ES lógico que de vez en cuando se monte una revolución, pues el mundo es injusto, muy injusto incluso. Que se lo digan a una policía local de Pontevedra a la que haberse convertido en una renovadora de los usos de la grúa le ha costado quince días de empleo y sueldo. La agente tenía su coche particular aparcado en una zona de carga y descarga; la grúa llegó para retirarlo y entonces ella le pidió al conductor que en vez de trasladarlo al depósito lo estacionase en otra calle... y, por supuesto, no pagó la multa. Consecuencia: quince días a remojo. ¡Qué duro resulta ser pionero!