CHARLIE Rivel, Mary Santpere, Eugenio, El Tricicle... los catalanes tienen fama de serios –que se lo pregunten a los Pujolone, ordenados y rigurosos en lo suyo–, pero siempre contaron con buenos cómicos; ahora bien, como los actuales, ninguno. Son tan buenos que ni necesitan subirse a un escenario, desde la cárcel provocan unas carcajadas memorables. El recurso de Rull, Turull y uno de los Jordis, el apellidado Sánchez, contra su procesamiento es una pieza cómica inigualable. Rechazan el auto del juez Llanera argumentando que, a diferencia de ellos, nadie ha acusado de sedición a las mujeres que salieron a la calle para protestar contra la sentencia de La Manada. ¡Gran razonamiento! Alegan también que frente a la violencia que empleó la Policía durante el 1-O la única arma que blandían era una papeleta electoral. Si el Liceo no estuviese como está, tendría que programar una temporada cómica.