Unas nuevas elecciones para que todo siga igual

De muy poco (por no decir nada) han servido las elecciones celebradas ayer en España. El panorama sigue siendo el mismo, o, incluso, se podría decir que peor, ya que las aritméticas para conseguir posibles coaliciones puede que sean un poco más complicadas. Por si esto fuera poco, el brutal incremento de escaños de Vox, hace que una posible abstención del Partido Popular se antoje más difícil, ya que sería dar nuevos argumentos de crecimiento a la formación de Santiago Abascal.

Es evidente que la gran víctima que se han cobrado los comicios es Albert Rivera. Ciudadanos se ha convertido en el ejemplo de cómo unas malas decisiones pueden terminar por arruinar lo que parecía un partido llamado a jugar un papel decisivo. Pero ha habido muchos más perdedores y, tal vez, el que tendría que asumir más claramente su responsabilidad es Pedro Sánchez. El presidente en funciones decidió convocar la nueva cita electoral atendiendo a los intereses de su propio partido ya que manejaban encuestas que les auguraban un gran crecimiento. Sin embargo, como suele pasar siempre en estos casos, sus cuentas de la lechera no se cumplieron y su partido pierde en torno a un millón de votos y se queda con tres escaños menos.

La pregunta que surge ahora es la de saber que hará. Con más escaños y con apoyos más fáciles se negó a intentar la investidura por segunda vez. Por ello, es normal que asalte la duda sobre qué decisión tomará finalmente. Y, mientras tanto, Pablo Casado se asienta como principal partido de la oposición pero con la preocupación que le tiene que plantear el tener el aliento de Vox tan cerca de su nuca. Y, por supuesto, Abascal lo único que tienen que hacer es sentarse y esperar a que los cadáveres políticos de sus adversarios pasen ante su puerta.

Unas nuevas elecciones para que todo siga igual

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