Multas contra la insensatez de unos cuantos

Vivimos, o al menos eso nos suelen contar, en una sociedad hiperconectada. Cualquier acontecimiento que sucede en el planeta  es, prácticamente, retransmitido en tiempo real a través de las redes sociales. Incluso, a un nivel más doméstico, las aplicaciones de los móviles permiten conocer al instante, por ejemplo, el estado del tráfico en las calles de la ciudad, el tiempo que hará dentro de una hora o lo que tardará en llegar el bus urbano a la parada en la que nos encontramos. Y, pese a ello, aunque tengamos más información que nunca, seguimos siendo tan tarados como para no obedecer las advertencias que los responsables de seguridad hacen por garantizar nuestra supervivencia. Es muy difícil de comprender que cuando hace apenas unos días fallecía una joven en la playa del Orzán, de nuevo, en otra alerta naranja, los agentes de la Policía Municipal hayan tenido que multar a más de una docena de personas que se saltaron las cintas que avisaban del cierre de las playas. Luego llegan las exigencias de más medios para la seguridad, que harán falta, pero que de nada servirán si no atendemos a lo más básico.

Multas contra la insensatez de unos cuantos

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