El músculo no le gusta a Mahoma

El muecín es como el reloj de cuco, pero en versión musulmana y con una jornada laboral menos fatigosa, ya que no tiene que actuar cada sesenta minutos, sino solo cinco veces al día. Se asoma al minarete y a voces llama a la oración. A Ibrahim al-Masri le hubiese venido mejor ser un pajarito de madera y dar la hora que trabajar como almuédano en la mezquita de Jezzar Pasha, situada en la ciudad israelí de Acre. Al menos aún conservaría su empleo. Lo han despedido al descubrirse unas fotos suyas con indumentaria de culturista, que se considera inapropiada para su labor. Como además coma carne de cocho, va al infierno de cabeza.

El músculo no le gusta a Mahoma

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