Un caprichito caro por aquí y otro por allí

SUCUMBIR a un antojo es fácil; que si un viaje, que si regalito para el hijo, unas compras en una tienda muy cara... A la secretaria del juzgado de Cazalla de la Sierra, en Sevilla, le iban esos caprichitos y los costaba mucho reprimirse y no dárselos. Durante cuatro años no se privó de nada y ahora ya no se puede privar de abogado, pues pagaba con dinero del juzgado. Hasta 150.000 euros se gastó porque estaba “mal”... mal quedó la caja del juzgado.

Un caprichito caro por aquí y otro por allí

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