Pilar Díez, en Moretart

La galería Moretart ofrece la muestra “Sin límites” de la coruñesa Pilar Díez, con licenciatura en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona y una trayectoria orientada sobre todo al diseño de mobiliario para arquitectura. 

Su obra plástica bebe sin duda de las tendencias constructivas que caracterizaron a los movimientos abstractos del siglo XX, en especial de aquellos  que se sirvieron  de la geometría y de la seriación para crear obras abiertas, en las que los elementos plásticos, como la línea o el color, adquieren significados simbólicos. Así, este título de “Sin límites” puede leerse en dos sentidos: la ilimitada capacidad expresiva que reside  en tomar el plano como un fragmento del espacio infinito sobre el que se producen  secuencias múltiples  e intercambiables de arte combinatorio; y el también ilimitado mundo interior de la artista, cuyas vivencias inefables precisan, para poder transmitirse, raras caligrafías( el cirílico, entre ellas) y sugerentes alfabetos pictóricos, que son  como páginas de partituras musicales. 

Entramos así en el terreno que ella titula bellamente como “Voces y ecos”, donde crea, con acuarelas y tinta sobre papel japonés, un intrincado laberinto de renglones de líneas y textos que sugieren  enigmas de indescifrables escrituras, entreveradas, en dos de estas obras, por acordes rojos que evocan ritmos cordiales; o bien, en otro caso, parece que estamos ante un viejo papiro desdibujado, con borrosas manchas de color sepia. 

Otras veces, quiere hablar de “Silencio”  y entonces el purpúreo latir del fondo es atravesado por mudas rayas negras; o hace que sobre el silente blanco pasen ondas color carmín; o, más aún, todo el espacio se hace opaco silencio negro, atravesado por arrugados renglones azules que dejan sus inquietantes huellas. De gran silencio habla el cuadro “Azul y rojo sobre negro”, densa noche apenas conmovida  al centro por una cinta o secuencia que alterna dos planos rojizos, entre tres azules.  

Sugerencias de anhelados ortos trae el cuadro “Amanece”, donde la noche se va fracturando de doradas rendijas que se abren paso en la oscuridad. Y como un enorme y encendido astro caído a la tierra o un sol de atardecer es la obra  de forma circular “Tondo rojo”, de apocalípticas reminiscencias. Dos cajas de metacrilato guardan textos de memorias, recuerdos perdidos y cartas olvidadas .Singulares son las piezas “Blanco en negro” y “Tierra dorada”: dos grandes tableros de chapilla de madera de erable sobre los que penden paños de fieltro atravesados por finos cosidos de hilo que bien podrían hablar de las ataduras que nos sujetan al extenso campo de la vida. 

También del entramado del existir, con sus sanguíneas calideces, parece hablar la acuarela “Geometría blanda·, un espacio reticulado de entrecruzadas líneas que  van dejando  chorreos de manchas acuosas. Y de los intrincados caminos y su perpetuum mobile atestigua la obra “Sin límite” que da título a la muestra. P. Díez traduce la pitagórica geometría a  un lirismo que vibra con los ritmos del corazón.

Pilar Díez, en Moretart

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