Conectividades en Galería Vilaseco

Conectividades. Intervenciones convergentes” es el título de la actual muestra de la galería Vilaseco, que recoge una selección de obra del coleccionista vallisoletano Pablo de Castro, profesor de Historia de Arte, autor de muchos proyectos de investigación en innovación educativa, cofundador del colectivo El Punto Rojo y artista plástico.
Desde que en 2009 conoció, por motivos familiares, el Síndrome de Rett que pertenece al grupo de enfermedades raras, orienta su coleccionismo y sus estudios, a buscar el influjo positivo que el arte pueda tener sobre tal síndrome; dar a conocer su colección es también una forma de concienciarnos y de hacerlo visible. No sería la primera vez que se piensa en el arte como terapia, lo hicieron los surrealistas, lo intentó la anti-psiquiatría de Laing y en la segunda mitad del siglo pasado lo pusieron en práctica diversos grupos artísticos, con fórmulas de happening, entre ellos A CARÓN de A Coruña.
Un sentido similar encontramos en la performance OVER MY LOVELY BODY de Laura del Castillo que cose literalmente con hilo rojo su silueta en un gran lienzo; es como pespuntear la vida o tratar de sujetarla con frágiles hilos, testimoniando de la dificultad de proyectarse a uno mismo sobre el espacio. La instalación de Rebeca Menéndez, que representa a una niña pendiendo con una sola mano del borde de una pared, abunda en la idea de fragilidad y de lucha con los duros obstáculos.
De delicadeza amenazada habla Ana Soler al pintar, con un sentido zen, las hojas de cerezo comidas por alguna plaga de insectos. La pintura “Judith II “de Alain Urrutia representa la dulce y enigmática sombra de una frágil joven, con aire de geisha. Ellen Kool ofrece, en su fotografía “Duinmeen-lissen”, una hermosa versión de la doncella sumergida que recuerda a la Ofelia de Hamlet.
Muestra también de como los sueños se hacen trizas es la obra “Cuentos para dormir” de Elisa Torroba que ha convertido La isla del tesoro de Stevenson en un paquete de triturados papeles. Altea Grau va más lejos incluso y hace de tres viejos cartones un testimonio arqueológico de ilegibles signos o escrituras antiguas.
Por el territorio de la memoria perdida anda también Cristina Vecino que, en “Construcción B”, recupera, con tratamiento digital, negativos analógicos desechados por imperfectos, haciendo revivir así imágenes del pasado. De animales raros o con deformaciones trata la colección de esqueletos de Laura Salguero. Belén Rodríguez le da, con “Frigorífico”, una vuelta de tuerca al clásico bodegón, mezclando el dibujo a grafito con el collage de telas, para componer una excelente pieza que abre la puerta al grisáceo frío de los recipientes y alimentos compartimentados.
Finalmente, con la fotografía “Inversión a fondo perdido”, Alvaro Mulas nos deja en la vacía antesala de unas oficinas, tras cuyas cerradas puertas se quizá sólo se gestione la nada. Así, pues, este conjunto, aparentemente dispar, nos descubre los hilos secretos que conectan a un Todo las diversas realidades.

Conectividades en Galería Vilaseco

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