El reencuentro

En vísperas del comité federal del PSOE, convocado para el sábado que viene, Felipe González y Pedro Sánchez, el ayer y el hoy del histórico partido, han firmado la paz en su encuentro a solas del martes.
Aunque en una parte de las filas socialistas se daba por bueno el distanciamiento de la dirección oficial respecto al ex presidente del Gobierno y ex secretario general, tras la apuesta fallida de este por Susana Díaz, otra parte venía reclamando alguna forma de incorporación de quienes, no solo González, se alinearon contra Sánchez en las primarias del 21 de mayo.
El que subscribe es de los que echan de menos en el llamado “nuevo” PSOE el aprovechamiento de la experiencia acumulada por una figura histórica como la de González. Algo que podría predicarse, asimismo, del también ex presidente del Gobierno, Jose María Aznar, en relación al PP. Con una diferencia: mientras este ya ha dicho por activa y por pasiva que no quiere saber nada de este PP y no cree en el proyecto de Rajoy, aquel no ha dejado de mostrarse “disponible” ante el PSOE de Sánchez.
No hace mucho tiempo González se declaró políticamente huérfano y no por decisión propia. No por desmarque deliberado frente a la nueva generación de dirigentes socialistas, sino porque estos no parecían interesados en contar con su complicidad. Y él tampoco se hacía el encontradizo. “No quiero molestar. Pero si me llaman, respondo, sin exigir que hagan lo que yo digo”, decía recientemente.
Bueno, pues lo que ha ocurrido es justamente que hace unos días recibió una llamada de Ferraz para poner remedio a una situación ciertamente anómala. Y el martes pasado se produjo el encuentro, con mesa y mantel por medio. Buena noticia.
Se rompe así un desencuentro que duraba desde que González apostó por Susana Díaz. Desde entonces solo había mantenido dos fugaces contactos con el líder del “nuevo” PSOE. Una llamada para pedirle su apoyo en el alineamiento con Moncloa por el 155 y una felicitación navideña con el educado “a ver si nos vemos cuando pasen estas fechas”. Pues ya se han visto.
La generosidad es el privilegio del ganador. Se la puede y se la debe permitir. La del perdedor es “estar disponible y no ser impertinente”. Es doctrina González, aplicable a lo institucional (hace cuatro años que no habla con Rajoy) y también a la vida de partido.
No se entendía la incomunicación de Sánchez con el histórico líder. Como no se entendía el hecho de que en estos últimos meses González hubiera hablado más veces con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, a petición de este, que con el de su propio partido.

El reencuentro

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