Los dilemas del PSOE

Entre los socialistas avanza la tesis de que tanto el “no” como la “abstención” suponen la continuidad del candidato del PP en Moncloa. Con una diferencia: la abstención dejaría a Rajoy a los pies de los caballos, frente a una mayoría parlamentaria hostil, mientras que el “no” daría paso a una terceras elecciones cuyo resultado no se quedaría en pasar “un mal rato” (Patxi López dixit), pues el candidato del PP saldría con fuerza redoblada y el PSOE estaría al borde de la irrelevancia. ¿Eso quieren los partidarios en “no”? El argumento los descalifica, cuando acusan a los partidarios de la abstención de facilitar la continuidad del partido de la corrupción, la mentira, los recortes y la desigualdad, según el discurso de Pedro Sánchez. Pero está fundado que el “no” daría lugar al riesgo de reforzar, tras otro paso por las urnas, a quienes han creado las condiciones para que sigamos gobernados por el partido de la corrupción, la mentira, los recortes y la desigualdad.
Por eso el presidente de la gestora siempre maneja la ecuación que permite elegir uno de sus dos términos: Gobierno de Rajoy en mayoría vigilada (resultado de una abstención de los diputados socialistas) o un gobierno de Rajoy con mayoría absoluta o muy sobrada (resultado de un eventual voto “no” de dichos diputados). Ese balón lo acaba de rematar la vicepresidenta del grupo socialista de Estrasburgo, Elena Valenciano, cuando declara que “prefiero un Rajoy debilitado que uno reforzado tras nuevas elecciones”, convencida de que de las urnas saldría “más Rajoy, más PP y menos PSOE”.
Entretanto, no cesa el ruido en torno a la minoría de diputados socialistas que parecen decididos a votar “no”, “diga lo que diga el Comité Federal”, según muletilla utilizada por el reconfirmado líder del PSC, que habla en nombre de los siete diputados de Cataluña. También la utiliza la aragonesa, Susana Sumelzo, mientras que la independiente, Margarita Robles, está a la espera de que saber si el cambio de postura apadrinado por la gestora, a favor de la abstención, resulta motivado. En todo caso, la muletilla es una falta de respeto a los diputados que hasta la caída de Pedro Sánchez se sentían incómodos en el “no” pero se atenían al mandato de la Comité Federal. Sin que se les pasara por la cabeza romper la disciplina de voto. Como sí podría ocurrir ahora con los diputados catalanes y, tal vez, en casos puntuales de diputados que rechazarían el mandato del Comité Federal si no se ajusta a su saber y entender. O, peor aún, a sus intereses. O los de sus barones regionales, cuyas poltronas pueden estar amenazadas por sus aliados, como en el caso de Podemos en ciertas comunidades autónomas.

Los dilemas del PSOE

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