Sensible pérdida

además repentina y sentida; me refiero a la del historiador naval Valentín Ruesga Herreros, que además de escribir “como los ángeles” era una bellísima persona.
Le conocí vía telefónica hace ya bastantes años, y a raíz de la publicación de su “ópera prima”, su magnífico trabajo divulgativo titulado “Cruceros de Batalla”, que con el paso de los años se ha convertido en todo un clásico de la literatura marítima en español. En aquella larga conversación tuve la oportunidad de descubrir a un hombre tan apasionado por el pasado marítimo, como ocupado en su actividad profesional, en su calidad de jefe de compras en una importante compañía energética.
A pesar de ser ingeniero industrial y de ostentar tan importante cargo, no le gustaba alardear de sus conocimientos, y era de trato afable y sencillo.
Debido a la aludida y absorbente actividad profesional, su segundo libro, el titulado “Buques de Guerra Españoles” no vio la luz hasta diez años después, en el año 2000.
Jubilado ya, pudo emprender la obra de la que sin duda será recordado: “Buques de Guerra Españoles. El siglo XIX. Desde el Vapor”, que obtuvo el “I Premio de historia de la Librería Náutica Robinson”, del que como saben soy su comisario.
Recuerdo que el año pasado, cuando nos reunimos (el jurado) para dilucidar el premio, hubo consenso en que fuera su obra la galardonada. 
También recuerdo su alegría (y la de su familia) en la ceremonia de su entrega, y el sincero agradecimiento que nos manifestó. 
Pocas, muy pocas veces el esfuerzo es reconocido, sobre todo cuando tienes a tan buena y numerosa competencia… pero ganó, y con todo merecimiento.
Buena prueba de ello fue el interés que desde el primer momento el Ministerio de Defensa mostró por publicarlo, y estimamos que fueran ellos, y no nosotros, los que tuvieran ese privilegio para si cabe, resaltar más el empaque de la obra. De esta manera desde septiembre se encuentra a la venta en su “Centro de Publicaciones”.
El caso es que me entere de esta terrible noticia la semana pasada, y como murió el día 4 de septiembre, me quedó la duda (y por qué no decirlo, la angustia) de saber si antes de fallecer había podido ver publicado su libro, por lo que, aparte de transmitirle a su viuda nuestro sentido pésame, quería de paso confirmar este extremo.
Desafortunadamente, y tan sólo por cuatro días, no tuvo entre sus manos su nueva obra, cosa que, como es lógico, me ha producido una enorme tristeza 
Otro gran historiador que se nos va, y ya vamos quedando pocos. La única esperanza es que jóvenes y brillantes autores como el barcelonés Rubén  E. Vela y Cuadros recojan el testigo de personas como Valentín, un enamorado de “la mar y de los barcos”, y que nuestro pasado marítimo esté siempre presente en las librerías de toda España.
 

Sensible pérdida

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