Ganando barlovento

El pasado jueves leí la noticia en este periódico: “Navantia logra un contrato de Naviera Tapias por 20 millones”. La obra al parecer consiste en adaptar el “Monforte de Lemos”, un barco de apoyo a plataformas, como buque de pruebas de pozos.
Reconozco que me sentí aliviado. Por fin un buen contrato para nuestra factoría. Lo celebro doblemente porque el popularmente conocido como “Fefé” es además mi presidente en la Real Academia de la Mar, y seguro que en su decisión ha estado muy presente, aparte de las razones económicas y de solvencia industrial de Navantia, el patriotismo del que siempre hace gala.
Las cifras hablan por sí solas: la carga de trabajo es de 150.000 horas, empleará a algo menos de 200 operarios y los trabajos se prolongarán por un espacio temporal de cinco meses. Cinco meses en el que veremos con alegría “movimiento” en Fene.
Tengo la sensación, simple pálpito, de que los vientos adversos que han impedido que Navantia se consolide globalmente como lo que es, uno de los mejores constructores navales del mundo, van a cesar.
También tengo el convencimiento de lo que hoy son unas gradas vacías, en pocos meses, quizás a más tardar un año, van a ser insuficientes para poder atender a los nuevos encargos.
Se me dirá que soy un optimista patológico; quizás sí, pero no es menos cierto que la dirección de Navantia lleva muchos meses trabajando para ello.
Lo que me preocupa es la recuperación de la industria auxiliar, que es imprescindible para que el astillero funcione a pleno rendimiento. Es de esperar que sus trabajadores, tras la disolución de muchas de ellas, hayan pasado a ganarse la vida como autónomos, y ante la nueva perspectiva sean capaces de unirse y crear nuevas empresas.
Lo que nadie duda ya es que este país está despegando; no por lo hecho por los políticos, sino por lo que valen sus ciudadanos. Ojalá, siguiendo con el símil aeronáutico, que alcancemos altura lo más rápidamente posible.

Ganando barlovento

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