Escuela obrera

Aprovechando que me encontraba en Ferrol para cerrar el proyecto de mi nuevo libro, no me quise perder el acto que, en el salón de actos del Ateneo, se celebró con motivo de la exhibición del documental sobre la “Escuela Obrera”.
Pocas veces un material videográfico de este tipo consigue conjugar elementos a veces tan dispares, como la rigurosidad, la amenidad y lo sentimental.
El efecto en el espectador fue el mismo que el que producen las buenas películas; momentos de expectación, momentos de emoción y momentos divertidos. Y es que la labor de aquella escuela nunca estará debidamente reconocida, y desde luego a mí, me llegó al alma el testimonio entrañable y sincero de las personas que aparecieron y que formaron parte de su alumnado.
Tras su visionado dos cosas me quedaron claras: lo idóneo de aquel sistema, donde los chavales se formaban en el mismo lugar en el que trabajarían, “mamando” la empresa desde su más tierna infancia; y la exquisita educación que recibieron. En este último aspecto, alguno de los entrevistados censuró el adoctrinamiento espiritual de los padres lasalianos, pero en mi opinión, y a diferencia de otras religiones, no creo que la católica haya creado malas personas; más bien al contrario, tal y como lo demostraban los propios protagonistas.
Mención aparte merece también el libro editado por Navantia para la ocasión, hecho con un gusto exquisito y de una calidad que impresiona casi tanto, como su ridículo precio. Su tapa dura, encuadernación cosida, el extraordinario gramaje de sus páginas y, lo más importante, un diseño y texto muy cuidados, lo convierten en una auténtica joya literaria.
Por todo ello no quiero que pase desapercibida la gran labor realizada tanto por Dña. María Isabel Carro, como el de sus directas colaboradoras, Lorena Cuevas y Cristina Rodríguez,  que han conseguido, gracias a su esfuerzo, que esta importante conmemoración haya tenido un cierre brillante.
 

Escuela obrera

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