Bordejé

Paso a comentarles el disgusto que el pasado mes de septiembre experimenté cuando me enteré de la muerte, el 25 de agosto a los 91 años de edad, de uno de los mejores historiadores que ha dado la Armada en los últimos años, el contralmirante D. Federico Fernando Bordejé Morencos.
Nombrado “aspirante” en 1945, e ingresado en el servicio de la Armada en 15 de enero del año siguiente, le encontramos ya en 1950 con el empleo de alférez de navío embarcado en el dragaminas Tinto, para al año siguiente pasar a realizar el “Curso de Armas Submarinas”. Como teniente de navío en 1958, hizo el “Curso de Ingenieros de Armas Navales”, tomando el mando al año siguiente el mando de la lancha torpedera  LT-30. En 1965 realizó el “Curso de Guerra Naval” y en 1974 pasó a ser destinado al CESEDEN. Al año siguiente, y con su empleo de capitán de corbeta, obtuvo el mando del buque de salvamento Poseidón. En 1979 como capitán de fragata mandó el buque de desembarco Conde de Venadito, que se convertiría en su último mando a flote. Ascendido a contralmirante en 1984, dos años después se le destinó al “Instituto de Historia y Cultura Naval”, y en virtud del Real Decreto de 22 de junio del año 2001 se le concedió la Gran Cruz al Mérito Naval.
Como historiador escribió (en mi modesta opinión) dos obras de gran mérito: “Vicisitudes de una Política Naval” y “Crónica de la Marina Española en el Siglo XIX”. La primera quizás fue mejor que la segunda por una razón fundamental, y no es otra que por la escasez de estudios históricos de este apasionante periodo, pues salvo la multitud de obras que  han puesto el foco sobre el programa Maura-Ferrándiz, el único que últimamente ha tratado en algo esta convulsa etapa de nuestra Marina sea el capitán de navío ferrolano Hermenegildo Franco Castañón a través de su magnífico estudio titulado “Por el Camino de la Revolución”.
Pero dejando a un lado estos dos magníficos trabajos, no sería justo que nos olvidáramos de otros títulos de su prolífica obra, como por ejemplo “España, poder marítimo  y estrategia naval”, “Diccionario militar, estratégico y político”; “Operación Kuwait”; “Disuasión Nuclear”; o “Tráfico de Indias y Política Oceánica”.
También recordaremos que con motivo de los fastos del “V Centenario”, fue vocal de su “Comisión Nacional” y director del programa “Naos del  Descubrimiento”. 
No sé si me estoy haciendo demasiado viejo (es probable) o es que estamos atravesando una muy mala racha, pues en los dos últimos años un buen número de prestigiosos historiadores navales nos han ido dejando, cosa que me preocupa especialmente pues no veo el necesario relevo generacional. Quizás en una próxima columna me anime a hacer un repaso por las sucesivas generaciones de historiadores que desde la posguerra hasta finalizar el siglo XX han ido manteniendo izado el pabellón de nuestra historia marítima, porque sin duda honrar a nuestros maestros hace que nos sintamos dignos de seguir su estela.

Bordejé

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