En tan sólo 14 días activistas en la lucha contra el cambio climático han atacado destacadas obras de arte para llamar la atención sobre el calentamiento global.
Este domingo le tocó el turno a un cuadro de Claude Monet de la serie “Almiares”, en un museo próximo a Berlín, pero el 14 de octubre en Londres la agresión fue contra “Los girasoles” de Van Gogh, y el pasado 9 de octubre dos personas pegaron su mano al cuadro de Pablo Picasso “Masacre en Corea”, expuesto en Melbourne (Australia).
En los tres casos los autores fueron activistas que trataban de llamar la atención sobre la crisis climática.
También este año, el 25 de mayo, fue atacado el cuadro de La Gioconda, uno de los principales reclamos del museo del Louvre de París, al que un visitante lanzó una tarta, aunque la obra no sufrió daños al chocar el pastel contra el cristal blindado que protege el óleo desde hace seis décadas. El atacante fue reducido por la seguridad del museo francés.
Entre la muy numerosa lista de pinturas destacadas que han sufrido ataques intencionados, al margen de las agresiones contra obras de arte en el marco de guerras y conflictos armadas, están las siguientes.
Además del ataque fallido sufrido en mayo pasado, la emblemática obra de Leonardo da Vinci colecciona agresiones: en 1956 un hombre con problemas mentales lanzó una piedra contra el cuadro que rompió el cristal de protección de la obra y provocó el desprendimiento de la capa pictórica a la altura del codo izquierdo de la Monna Lisa. Esos daños, pese a la restauración, aún son visibles.
Se instaló entonces el cristal antibalas que hizo posible que la pintura no sufriera daños en otro ataque, esta vez con pintura, lanzado en 1974 por una mujer cuando el cuadro se encontraba en una exhibición en el Museo Nacional de Tokio (Japón). La agresora protestaba contra la política del museo, que dificultaba el acceso al mismo a las personas discapacitadas.
Se decidió entonces que La Gioconda no saldría del Louvre, pero ello no impidió que en 2009 una mujer de nacionalidad rusa lanzara contra el cuadro la taza que acababa de comprar en la tienda del museo en protesta por que le habían denegado la ciudadanía francesa. El lienzo no sufrió daños.
Esta obra maestra que el pintor neerlandés pintó en el siglo XVII también ha recibido varios ataques. En 1911 fue acuchillada por primera vez, pero el corte fue poco profundo y solo rasgó el barniz.
También con daños superficiales se saldó el ataque en 1990 que llevó a cabo con ácido un enfermo psiquiátrico, gracias a la rápida intervención de los vigilantes de seguridad del museo.
Muchísimo más grave fue el tajo que se le dio al lienzo al ser trasladado desde su ubicación original, en el Kloveniersdoelen de Amsterdam, al Ayuntamiento en la plaza Dam: como no encajaba en la pared del consistorio le recortaron parte del lateral izquierdo y superior, lo que supuso la pérdida de tres personajes que estaban en el original, cuya copia se conserva en la National Gallery de Londres.
Esta obra sufrió en 1914 un ataque en la National Gallery de Londres por parte de la sufragista Mary Richardson, que le asestó siete cuchilladas. Richardson fue condenada a seis meses de prisión.
Expuesto también en la National Gallery de Londres desde 1962, ese mismo año fue atacado con pintura roja por un pintor alemán, por lo que fue protegido con un cristal. En 1987 recibió un disparo, que causó algunos daños precisamente por las partículas de cristal protector, razón por la que se optó por exhibirlo protegido por un cristal blindado.
En 1974 un comerciante de arte escribió con pintura roja sobre el Guernica de Pablo Picasso, expuesto entonces en el MoMa de Nueva York, las palabras “Kill Lies All”. Se limpió la pintura y el cuadro no sufrió daño.
En 1985, en el Museo Hermitage de San Petersburgo, el lituano Bronius Maiguis roció la obra con ácido sulfúrico y le dio varias cuchilladas. El cuadro, tras doce años de restauración, volvió al museo en 1997 protegido por un cristal blindado.
En 2003 una joven realizó una inscripción con rotulador en la parte inferior del cuadro. La obra estaba expuesta en el Museo del Louvre de Lens (Francia).
En 2007 varias personas entraron por la noche en el Museo d’Orsay de París y dañaron el cuadro, que quedó con una raja de unos diez centímetros, resultado aparente de un puñetazo.
En julio de 2007 una mujer besó un cuadro blanco del artista estadounidense Cy Twombly en un museo de Avignon (Francia) y dejó la marca de carmín de sus labios en el lienzo. La mujer, que defendió que su beso era “un acto de amor y un acto artístico” fue condenada a 1.500 euros de multa y 100 horas de trabajos sociales.
En marzo de 2006 un niño de doce años que participaba en una visita escolar pegó un chicle en el cuadro “La Bahía” de la pintora expresionista abstracta estadounidense Helen Frankenthaler, expuesto en el Instituto de las Artes de Detroit (EEUU). La goma de mascar dejó una pequeña mancha pero la pintura pudo ser restaurada.
En junio de 2012 un hombre roció con spray dorado el cuadro pintado por el pintor malagueño en 1929 y expuesto en la colección Menil de Houston (EEUU). La pintura pudo ser completamente recuperada.
Además de los cuadros, muchas otras obras de arte han sufrido agresiones de envergadura, entre ellas icónicas esculturas como “La Piedad” de Miguel Ángel, en la Basílica romana de San Pedro, que en 1972 perdió un brazo, un ojo y parte de la nariz tras un ataque a martillazos; o “La Sirenita” de Edward Eriksende, en Copenhague, que perdió su brazo -1984-, fue decapitada dos veces -1964 y 1998-, arrancada de su base con explosivos -2003- y atacada con pintura en varias ocasiones.
También fue agredida a martillazos en el Centro Pompidou en París, en 2006, la “Fontaine” (“Fuente”), de Marcel Duchamp, un urinario de porcelana que resultó ligeramente descascarillado.