La vigésimoséptima edición de los Premios María Casares que valoran lo mejor de la escena teatral de la comunidad se celebraron en la tarde noche de ayer en el teatro Rosalía de A Coruña en un ambiente festivo, emotivo pero, sobre todo, reivindicativo.

La gala retransmitida por quinto año consecutivo a través de del canal de YouTube oficial de los galardones ante la falta de interés mostrada por el sector desde la Rtvg ,tal y como recordó Xosé Barato, presidente de la Asociación de Actores y Actrices de Galicia, comenzó exactamente a las 20.58 horas con un espectáculo circense en el que cobró especial relevancia la denominada ‘Oficina Galegas das cousas esquecidas’.

Resiliente precariedad

Se trató de un homenaje a todas aquellos textos teatrales y musicales que no llegan a ser interpretados, ese es el lugar en el que reposan. También se comenzó reivindicando a todos aquellos que están en los márgenes , incluso a los que viven en los márgenes de los márgenes: las actrices de más de 50 años, las limpiadoras y todos los que trabajan entre bastidores para que al final las cosas cobren sentido.

Y entre medias un recordatorio de la precariedad de un sector que no se rinde con facilidad, “que ben vades vestidos hoxe, non se nota que somos pobres”, decía una de las intérpretes. 

Así entre chanzas políticas con el nombre de los dos últimos ocupantes de San Caetano dio comienzo la entrega de galardones. La inauguró el mejor espacio escénico para Blanca Añón; mejor iluminación para Montse Piñeiro, Raquel Hernández y pedro Fresneda; mejor maquillaje y vestuario para Diego Valeiras y Carlos Alonso, respectivamente. 

Entre la confusión de mejor espacio sonoro que fue finalmente para Mon Orencio, poco a poco se acercaron algunos de los grandes: Mejor actor y actriz secundarios y protagonistas para Evaristo Calvo, María Roja, Josito Porto y Noelia Castro, respectivamente.