Tres décadas del resurgir del “gran tesoro cultural” que suena desde Ortigueira para todo el mundo

Loli Pérez, pieza fundamental de la recuperación junto a Raúl Piñeiro, hace memoria de esta efeméride
Tres décadas del resurgir del “gran tesoro cultural” que suena desde Ortigueira para todo el mundo
El grupo ortegano Ronsel tocando delante de una alameda llena en la edición de 1995, la del resurgir | Archivo Loli Pérez

Para quien haya sentido alguna vez cómo tiembla el suelo bajo sus pies cuando miles de “folkies” saltan al ritmo de un “reel” irlandés en la noche ortegana, o para aquellos que continúan siendo amigos después de haberse conocido al sol de Morouzos un domingo de resaca, podrán parecer lejanos —e incluso ficticios— los siete largos años durante los que no se celebró el Festival del Mundo Celta de Ortigueira; sin embargo, aquella “longa noite de pedra” sí tuvo lugar, y solo el amor fue capaz de rescatarlo del olvido hace tres décadas.


Aquellos “rescatadores” apasionados tenían nombre y apellidos: Loli Pérez y el añorado Raúl Piñeiro, contando, eso sí, con la colaboración y el impulso de todo un pueblo que no estaba dispuesto a perder una cita que —supieron ver desde el principio— les pondría en el mapa mundial, como así fue en 2005, logrando el Interés Turístico Internacional. “Tuve muchísima gente apoyándome: las niñas de la Escola de Gaitas y sus madres, la hostelería, la Guardia Civil, la Policía Local, el Concello, todos los grupos políticos... Fueron superimportantes para la elaboración del programa. Estuvieron ahí siempre”, recuerda ella.


En aquel año 1994, Loli empezó a trabajar en el consistorio ortegano como animadora sociocultural. Su bagaje le precedía: profesora de baile tradicional en varias agrupaciones de Ortegal, implicación en proyectos con la coral, la propia Escola de Gaitas y la Banda de Música, además de una sensibilidad y un amor por el terruño que siguen intactos 30 años después, cuando no puede evitar emocionarse al recordarlo y pensar en lo que revivirá estos días de regreso a la villa.

Foto 2  Un dos actos institucionais de 1995 no salón de Plenos (o alcalde, Jesús Varela, o concelleiro de Cultura, Nino Quintiana, Loli e Raúl Piñeiro e un dos músicos da edición
Uno de los actos institucionales de 1995 en el Salón de Plenos (el alcalde Jesús Varela; el edil de Cultura, Nino Quintiana; Loli, Raúl Piñeiro y uno de los músicos de esa edición) | Archivo Loli Pérez

El renacer


La Escola de Gaitas se encargó de organizar el festival en sus primeras diez ediciones, de 1978 a 1987, pero el “desmadre” que llegó a haber en las últimas propició que dejaran de hacerlo. “Así que cuando yo le planteó la idea al alcalde, Jesús Varela, en un principio me dice que no. Él era fantástico y muy sensible con estas cosas, pero creyó que, al ser año electoral, podría pensarse que era una maniobra electoralista. También dijo que no nos iba a dar tiempo”, rememora Loli, apuntando que la del 95 fue una cita tardía, en los primeros coletazos de agosto.

 

 

Meses antes, en 1994, llegó a Ortigueira, como por arte de magia, el mánager de artistas del folk gallego y europeo Raúl Piñeiro, resultando ser el cómplice perfecto para recuperar el Mundo Celta: “La gente tenía morriña de su celebración”, asegura Loli.

Foto 5  Raúl e Loli na Feira de Turismo de Barcelona promocionando o Festival
Raúl y Loli en la Feria de Turismo de Barcelona promocionando el Festival | Archivo Loli Pérez

Con el beneplácito del gobierno local, ella diseñó una estrategia que tenía como eje a la comunidad. Hosteleros, comerciantes y vecinos debían sentirse implicados en la organización y el festival tenía que responder también a sus inquietudes y necesidades. 

 

“Aquí no había colores políticos. Aquí había experiencias, consejos”, sostiene Loli, citando también a algunos de los miembros del grupo folk ortegano Bágoa da Raíña (J.M. Marías, Elixio César, César Yáñez y Jaime García, entre otros), a Javier Pena Louzao ‘Bossa’ —dirigiendo entonces a la Escola de Gaitas—, al subteniente Santiago Abucide, a los agentes municipales Picos y Manel, y a hosteleros como Vicente de La Perla, al que le llegaron a pedir en aquella edición del resurgir que les dejase todo el hotel por 50.000 pesetas. 

Foto 6  O grupo ortegán Bágoa de Raíña nunha das súas actuacións nestas edicións do rexurdir
El grupo ortegano Bágoa da Raíña en una de las ediciones el "rexurdimento" | Archivo Loli Pérez

Entre todos fueron capaces de adecuar la logística, contratar a los artistas y resucitar el Mundo Celta de una forma ya multitudinaria. “Yo tenía una confianza absoluta en el proyecto porque cuando se tiene un apoyo como teníamos, aunque sabíamos que íbamos a fallar en muchas cosas, contar con todo un pueblo detrás que estaba tan contento, fue decisivo”, incide Loli, admitiendo que fueron muchos los días y las horas robadas a la familia para lograr un éxito que, a la vista está, se ha mantenido en el tiempo: “Yo lo veía venir cada año que pasaba, sabía que iba a crecer”, sentencia, precisando que ella se encargó de las ediciones del 95, 96 y 97, ayudando después en un segundo plano.

 

Lágrimas y muiñeiras


Ahora, con un formato totalmente profesionalizado, Loli echa la vista atrás para acordarse de que ellos “no teníamos ni Internet y solo un ordenador hecho polvo”, con lo que no sorprende que, diga, “aún tengo el primer presupuesto, que está hecho a mano”, un método con el que también cuadraban “dónde se quedaban unos y otros; era terrible, ahora tienen recursos y un gran despliegue de medios”.


Loli Pérez no esconde que lloró aquel mes de agosto de 1995 cuando vio bajarse del autobús a la banda escocesa para tomar parte en el desfile donde fueron ocho las agrupaciones que participaron —“me pareció un milagro haberlo conseguido”—, y que las lágrimas no dejaron de caerle en toda la jornada inicial. Pero también recuerda con cariño aquella “Muiñeira de Chantada” interpretada por Ronsel en el escenario del Mundo Celta y la actuación de Bágoa da Raíña: “Lo más bonito de esto es el despliegue de diferentes culturas”, valora.

Foto 4  Cartel da edición do rexurdir, 1995, por Álvaro F. Polo
Cartel de la edición de 1995, por Álvaro F. Polo | Archivo Loli Pérez

“El Festival es el tesoro más grande, a nivel cultural, que tiene toda la comarca. Hay que cuidarlo y mimarlo. Para poder organizarlo lo tienes que querer, no podemos dejar que se nos escape de las manos”, reflexiona Loli Pérez, quien admite que la programación cultural que se extendía durante todo el año fue vital para educar musicalmente a todos los orteganos y que pudieran mostrarse orgullosos, también desde el conocimiento, al saberse guardianes de una tradición celta que los hermana con el mundo. 

Tres décadas del resurgir del “gran tesoro cultural” que suena desde Ortigueira para todo el mundo

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