Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda del Gobierno tiene más presencia en los medios que arraigo en la calle. Su tantas veces anunciado proyecto de plataforma política, del que se conoce el nombre y poco más, no acaba de despegar. La renuncia a concurrir en las próximas elecciones autonómicas y municipales da idea de que el proyecto sigue en agraz. De momento, la también ministra de Trabajo solo cuenta con el apoyo explícito del Partido Comunista, organización de la que es militante. Lo demás, está en el aire. Incluida la confluencia con Unidas Podemos, algunos de cuyos dirigentes, de manera destacada la ministra Ione Belarra que formalmente lidera la organización, ni oculta ni ahorra distancias con el proyecto político de su compañera de Gabinete. En esa mala relación no es difícil apreciar que Pablo Iglesias es la mano que mece la cuna. En la mejor tradición de las guerras cainitas tan arraigadas en las formaciones de estirpe comunista, el ex vicepresidente del Gobierno y en su día líder de Podemos, sin explicación pública del porqué del cambio, ha pasado de proponer a Yolanda Díaz como cabeza electoral de la formación morada a ponerle la proa. De ahí las dificultades con las que tropieza para articular esa plataforma que, como digo, no acaba de arrancar pese a que un análisis del panorama político permite concluir que, dado el escenario que dibujan las encuestas y la precariedad en la que sitúan al PSOE, Pedro Sánchez está urgido de contar a su izquierda con un partido con suficiente representación parlamentaria como para poder repetir la experiencia de alianzas que hace tres años le permitió formar Gobierno.
La escenificación elegida para anuncicar junto a Yolanda Díaz, el proyecto de Presupuestos y no con la ministra de Hacienda que, en puridad, es la responsable de las cuentas del Estado, envía una señal. Pedro Sánchez necesita potenciar la imagen de Yolanda Díaz porque tiene asumido que el PSOE esta en fase menguante y por sí mismo no va conseguir suficiente presencia parlamentaria como para reeditar la alianza Frankenstein.
Pero tiene un problema. “Sumar”, el nombre de la plataforma política a cuyo frente se sitúa Yolanda Díaz sigue en el telar. No despega. Por eso digo que tiene un problema porque como muy tarde, en noviembre del año que viene, habrá elecciones. Y, a este paso, puede que llegue tarde.