a galería Moretart ofrece la muestra “Arquivo de protocolos” de Xurxo Gómez-Chao (A Coruña, 1960) que es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Valencia y cuya trayectoria plástica lo ha convertido en uno de nuestros más notables artistas. Una vez más, deja patente su gran sensibilidad, su capacidad extraordinaria para desvelar las apariencias y aproximarnos a lo inefable. Su creatividad nace de un ejercicio de transmutación y de eliminación de lo grandilocuente para poner en valor los materiales más humildes, incluso aquellos que se suponen de desecho, para transfigurarlos por medio de estudiadas configuraciones en expresión de exquisita belleza. Él es, en realidad, un cazador de ensoñaciones, un poeta de la imagen a la que consigue abrir hacia las regiones de lo misterioso. Crea sus obras meticulosamente, componiendo la forma por medio de retazos o fragmentos, articulando retales de telas con objetos dispares o con restos de elementos naturales, como hojas, pequeñas ramitas, verduras, frutas...;de este modo, consigue revelar los entramados ocultos de la realidad y esos hilos de la vida de los que pende todo. En su memoria está la evocación de los grandes maestros que lo han impresionado, pero cuyos medios nobles o ampulosos él desmitifica con cierta ironía, haciendo recreaciones o paráfrasis de algunas de sus obras con los modestos medios ya señalados. De este modo, la “Dama azul” de Picasso, la “Menina” de Velázquez, “ Le fils de l´homme” de Magritte, “La dama del armiño” de Leonardo da Vinci, el “Retrato de Adele Bloch Bauer” de Gustav Klimt o “ La muchacha de la perla” de Vermeer le sirven para componer retratos sui generis, donde lo que cuenta no es la semejanza sino la metamorfosis de las formas y el juego de las sugerencias creado por medio de un sutil arte combinatorio. Un aspecto importante es que no hay rostros, sino sólo los perfiles configuradores que evocan el modelo original, pero no lo agotan; también son muy importantes los pequeños detalles, como los pinceles que sirven de adorno al tocado negro de “The new courtesan” que evoca una geisha, o el cochecito de juguete que oficia de joya en el pecho de “El hombre del turbante rojo”, basado en una obra de Jean Van Eyk, o el moderno zapato de tacón que flota junto a la “ Menina”; establece,así, contrapuntos diversos: el oficio de pintor, el tiempo actual, la infancia, etc y abre puertas a la imaginación del contemplador.
La muestra va más allá de la representatividad para hablar de los vericuetos de la creación artística que se mueven por senderos insondables y afloran sorpresas donde menos se piensa. Hay un grupo de obras que recoge con el título de “Arquivos” en el que utiliza porcelanas: jarrones, soperas... que hace estallar en pedazos para hablar de la fragilidad y de como todo, también los objetos hermosos, está sujeto a las leyes de lo perecedero. Nos lleva así reflexionar que el arte es una forma de lucha contra lo efímero, un modo de rebeldía contra las leyes inexorables del tiempo.