Vacas y destinos

Odiseo Sánchez advirtió a Garzón Euríloco del peligro de sacrificar las vacas del divino Helios Hyperión, pero fue desoído, las vacas devoradas y los dioses enfurecidos.


Siguiendo la órbita literaria, imaginemos que, tal como predijo Orwell, este país fuese un gulag de granjas y sus ciudadanos bestias estabuladas, cabe preguntarse entonces, no habitan estas en macrociudades, descansan en angostos habitáculos, se desplazan hacinados, trabajan en pequeños despachos de grandes multinacionales, se le explota, estresa, vacuna y atiborra de antibióticos para que no enfermen, y se les impone una dieta vegetariana.


Es más, la misma clase dirigente, nace, crece y engorda en un ambiente no sostenible.


La cuestión que nos plantea la polémica, es que siendo las clases dirigentes y sus ciudadanos tratados de ese modo, cabe pensar que estamos criando, exportando y consumiendo políticos y ciudadanos de baja calidad.


De todos modos, si esa ha de ser nuestra suerte y naturaleza, yo apuesto por el ministro Garzón, sensible ser de consumo que ha de vigilar la estabulación, con celo, para asegurarnos de que se cumplen en nosotros los estándares que se le exigen al ovino, bovino, porcino…


Mientras, Odiseo Sánchez debe hacer funambulismo entre el mástil y la quilla de la desguazada nao, atento a Escila y Caribdis, y sin dormirse en los brazos de Calipso. Y no olvidar nosotros que, en el orwelliano orden, los cerdos tienden a la tiranía totalitaria.

Vacas y destinos

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