El último órdago de Sánchez

A la desesperada, tras el triunfo aplastante del PP en las elecciones autonómicas y municipales, Pedro Sánchez ha decidido convocar elecciones legislativas para el próximo 23 de julio. Es un órdago muy del estilo del personaje. Desafiante y acostumbrado a bordear los límites. Lo ha hecho a lo largo de la legislatura tejiendo alianzas extremas, retorciendo leyes y colonizando instituciones. Sánchez remata su paso por la política con el último desafío.


Planteó la campaña como un plebiscito indirecto y a la vista del resultado -el PSOE se ha hundido en todas partes- quiere probar suerte en clave de desafío total. Disolver las Cámaras y anticipar las elecciones es una manea de reconocer que el cambio de ciclo político está marcha.


Sánchez ha tomado nota de que en España quien gana las elecciones municipales acaba ganando las generales.


El PSOE ha perdido en las comunidades autonómicas más pobladas y en la mayor parte de las grandes ciudades. Lo ocurrido en Andalucía es especialmente significativo: el PP ha vencido en siete de las ocho capitales de provincia.


El PSOE también ha perdido en Aragón, Extremadura, La Rioja, la Comunidad Valenciana, Cantabria y Baleares. Solo han conseguido retener Asturias, Navarra -que tendrá que pactar con Bildu- y Castilla La Mancha, el territorio menos sanchista del orbe socialista y ahí el tanto hay que apuntárselo a Emiliano García-Page el menos entusiasta de los barones respecto. Los socialistas han resultado derrotados en todas la capitales en la que Sánchez estuvo de mitin.


Su implicación directa en la campaña se ha revelado como un activo tóxico para sus compañeros de partido, candidatos a quienes los ciudadanos han juzgado no por sus obras sino por las de Sánchez.


El espectacular triunfo de Isabel Díaz Ayuso en la “batalla de Madrid”, visto que fue un pulso directo a Pedro Sánchez, describe otro de los hitos de la jornada electoral del domingo, cuyos resultados han obligado a Sánchez a abandonar la zona de confort con la que había calculado que podría rematar la legislatura a lo largo de los seis meses de la presidencia europea que corresponde a España. Sánchez -de perdidos al río- ha decidido jugarse el todo por el todo anticipando la fecha de las elecciones. Es un órdago en el que se lo juega todo. La ventaja del sistema democrático cuyas costuras tantas veces ha puesto al límite, es que hay un día en el que los ciudadanos pueden juzgar a los políticos por sus obras.


Ese día ya está cerca. 

El último órdago de Sánchez

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