Trolaslandia

"¿Cómo es posible que la gente esté dispuesta a creer las más inverosímiles trolas cuando hay en el mundo la mayor tasa de alfabetización?”


Reflexión de una conocida columnista de un medio de comunicación.


Maticemos el adjetivo analfabeto añadiéndole el complemento de ilustrado. Se denominan así a aquellos que saben leer y escribir, pero ahí se acaba la ciencia. Pueden tener bachiller, y hoy en día hasta su graduado universitario. Saben mucho de lo suyo, pero son verdaderos zotes en cultura y raciocinio.


A esta situación ha contribuido la manipulación política -por los de siempre- de las leyes de educación. 

Marginación y tergiversación de asignaturas fundamentales como la Historia (ahora los Reyes Católicos no existieron), filosofía, geografía humana o la literatura; además de no implementar la formación en el debate, análisis y oratoria. Todo esto combinado con el desprecio al esfuerzo y a la meritocracia, aptitudes fundamentales en el progreso del resto de países europeos.


Si a estas circunstancias le sumamos estrategias políticas, hoy en boga, llegamos a la situación en que nos encontramos y a comprender -no compartir- el sentido del voto.


Una mentira repetida mil veces, muchos acaban creyéndola; fenómeno llamado posverdad.


Facilidad de manipulación de las personas con escasa formación, utilizando los medios digitales actuales.


Un nuevo escándalo tapa y hace olvidar el anterior. Ejemplos múltiples: políticos e infinidad de asesores, sin formación ni experiencia. El coste de la luz, anuncios de haber vencido al virus, recuento de víctimas irregular o casos sangrantes como la confesión de una ministra sobre el conocimiento previo de la gravedad de la pandemia y que días antes de la triste manifestación del 8 M, asegura en los medios informativos que “el Gobierno lo está haciendo muy bien, no pasa nada”. En cualquier otro país habría dimisiones y posiblemente responsabilidades jurídicas.


Discusiones vánales y descalificaciones personales llenan el Congreso, mientras todos seguimos esperando que se hable, expongan soluciones y resultados a los graves problemas como el déficit y deuda pública desbocados, caída delPIB desempleo juvenil superior al 30% y consecuente fuga de talento o una reforma laboral seria según las directrices de la UE y no disfrazada.


En estos difíciles momentos parece que algunos políticos compiten para alcanzar el título de -mayor trolero del Reino- Esperemos que más pronto que tarde -las urnas hablen de nuevo- se imponga el sentido común para subirse, de una vez, al carro europeo y no caer definitivamente en Trolaslandia.

Trolaslandia

Te puede interesar