Situaciones injustas

Desde jóvenes entendimos que era necesario implicarse y tomar partido ante ciertos abusos y situaciones injustas que padecían muchas personas como consecuencia del poder político, administrativo, empresarial o financiero.      


Tratamos de arrimar el hombro, de ayudar, de denunciar públicamente las situaciones injustas e insolidarias que veíamos a nuestro alrededor. Otros, no obstante, se dedicaban a tratar de mantener el orden establecido por mera costumbre o por temor a perder sus privilegios o trabajos bien remunerados.  


Éramos conscientes de que sería muy complicado. Se ganarían batallitas pero nunca la guerra, porque hay muchos intereses en juego. También entre la propia gente humilde, que sufren los problemas y desgracias pero que confían en las promeses de los mandarines del lugar. Promesa tras promesa, año tras año y continúan muriéndose de hambre y rindiendo pleitesía.


Al principio, como ejemplo tenía a mi propio padre, que había sido un humilde pescador tradicional y buen profesional. Respetuoso con el medio marino y la pesca responsable. Veía y criticaba como unos pocos se enriquecían a costa del trabajo y el sudor de la mayoría.


Siempre quiso trabajar sólo, como autónomo, y lo consiguió. Le gustaban los diálogos tranquilos y pensantes. Transmitía, ante quién quisiera escucharle, seguridad en sí mismo y buscaba la implicación real del sector pesquero.


Sabíamos que se nos cerrarían muchas puertas y que, al no mirar y defender nuestros propios intereses, con el tiempo tendríamos muchas dificultades. Pero también sabíamos que cada uno nace para lo que nace y nosotros ya estábamos sentenciados.

Situaciones injustas

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