“Simpas y simpones”

Pongamos que el Congreso es taberna portuaria y como en todas, el trato agreste y el lenguaje soez. Sé que es «difícil» conciliar esa idea con la naturaleza de la más baja de nuestras Cámaras, asistida de ujieres, boato y atrabiliario trato, el exigido por el juego democrático.


Imaginemos el antro portuario y entrando en escena la tripulación del mercante España después de una larga travesía en la que la marinería ha sido y es víctima de pandemias, corruptelas, guerras y carestías que llevan el barco a la deriva y los tienen a ellos al borde del escorbuto. Tropa exhausta a la que sostiene la dura osamenta de la rabia que arrastran los malos gobiernos.


El capitán los ha convocado para darles cuenta del pecio en el pomposo debate del estado de la nación. Cínico ritual en el que aquellos que tienen por obligación gobernar con tino sus rumbos les cuentan como debería haber sido y le refirieron los otros como podría ser.


Tiempos de crisis en los que hasta el grumete colige que el capitán va a exigirles sacrificios sin parangón. Sin embargo, grita: “Ron de caña y viandas de gourmet para todas y ‘os’, sin tasa ni  cortedad, que están en ronda navieras y naciones de pabellón”.


Ante el dadivoso gesto del todo gratis a la perpleja oposición solo le queda el ‘simpa’ a modo de redención.


Beber y salir por patas, frente al pago a tocateja con propina y reparto de las vueltas: no hay color. Lejos, digo, de la dorada faz de Sánchez, el dador.

“Simpas y simpones”

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