Silvestres, acólitos y Piolines

Hay malestar en la GC y PN hacia el presidente por el modo de referirse a ellos con ocasión de la natural gresca política con su depredador natural en el poder, el PP, afirmando que ese partido, cuando gobernaba, mandaba a Cataluña «piolines», en clara referencia a los miembros de las FCSE que por mor de la extrema “jovialidad” del acto “solipsista” tenían que vivir en un barco tatuado con el pollito.

Entiendo que el presidente no buscaba ofender a esas instituciones para agradar a los «silvestres» (¿por qué habría de hacerlo si lo adoran como a pegasus?). Por el contrario, y ateniéndonos a la ternura que inspira el personaje, debemos pensar que solo pretendía mostrarse «tierno» con sus miembros.

En esa sana correspondencia debemos recordarlo a él no como a “rey pasmado” o amable “acólito” en esos actos de gobierno que obligan más allá del poder y de lo que se puede, sino relacionarlo con un personaje más tierno, quizá “Marco, de Rabat al Ampurdán”, porque él, como los “piolines”, también se ha visto abocado a hacer frente a empresas perdidas de antemano por las más miserables y variadas exigencias “silvestrinas”.

Ternura y comprensión, ese es el talante que hay que tener con “piolines” y “acólitos” frente a los “silvestres”, pero con corrección, porque el presidente merece otro trato y respeto, que no todos somos sus socios o la oposición. Respeto, digo, el mismo que merecen en su boca las instituciones que representa.

Silvestres, acólitos y Piolines

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