Ganó Pedro Sánchez el debate sobre el estado de la nación? Me parece obvio que sí: no solo descolocó a la oposición, sino que sacó adelante leyes y medidas polémicas en la calle, consolidando el ‘frente de la moción de censura’, eso que Rubalcaba calificó de ‘Gobierno Frankenstein’.
Pero, siguiente pregunta ¿servirá eso para mejorar su intención de voto en las encuestas? Me parece que no: una cosa es la vida parlamentaria, de la que el conjunto de la ciudadanía está bastante ausente, y otra el espíritu escéptico que se ha instalado en una calle que sabe que las resoluciones surgidas del debate y aprobadas en la Cámara no se van a cumplir ni en una mínima parte, y que la coalición del PSOE con Unidas Podemos simplemente no funciona, por mucho que los ‘morados’ se muestren encantados con las nuevas ‘medidas anticrisis’ anunciadas por Pedro Sánchez.
La del presidente ha sido casi -casi, no del todo, desde luego_una victoria pírrica. Porque ahora queda todo lo demás. Comenzando por el encuentro de este viernes entre Pedro Sánchez y el president de la Generalitat, Pere Aragonés. Ambos quieren entenderse, obviamente, y no creo que Aragonés haga demasiado hincapié en su petición de explicaciones --aunque, naturalmente, las pedirá-- sobre el espionaje ‘Pegasus’, lo que se llamó ‘catalangate’, antes de que La Moncloa complicase aún más el caso revelando que igualmente el presidente Sánchez y dos ministros fueron espiados, sin especificar por quién ni ofrecer más detalles. Curioso cuán poco se habló en las tres jornadas del debate parlamentario ni de las incógnitas que aún quedan en relación con el ‘Pegasus’ ni del futuro de las relaciones entre Cataluña y el Estado, o sea, el resto de España.
Y, sin embargo, en vísperas del quinto aniversario de aquellos sucesos de octubre de 2017 que tantas consecuencias tuvieron, Cataluña pasará de inmediato a ocupar la primera página en la actualidad política nacional. Sí, La Moncloa quiere mantener esa Mesa negociadora con el Govern, aunque no ha mostrado mucho interés hasta ahora por iniciarla de manera efectiva. Ni tampoco por crear un clima de excesiva concordia con Esquerra Republicana: de hecho, fue el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, quien apareció como casi el líder de la oposición en su rifirrafe, ‘balas de Melilla’ incluidas, con Sánchez durante el debate. Pero Sánchez ha hecho una apuesta decidida por mantener el ‘bloque de la moción’ y, por tanto, el enfrentamiento con el Partido Popular. Al menos, eso es lo que se desprende del tono del debate, por más bronco que este tono haya sido ocasionalmente con Rufián.
El encuentro de este viernes con Aragonés, que debería iniciar un largo período de ‘conllevancia orteguiana’, es decir, ganar tiempo sin conflictos y con concesiones por ambas partes, va a ser presumiblemente más difícil de lo que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y otros optimistas portavoces monclovitas dicen prever. Veremos. Hoy, en todo caso, asistimos al inicio del camino hacia lo que queda de Legislatura, que va a ser en principio un año y medio claramente preelectoral.
Sí, Pedro Sánchez ganó el debate, entre otras cosas porque el principal partido de la oposición no supo ejercer esta función de manera eficaz y porque los otros grupos ‘de la derecha’ o se mostraron extremistas o inanes (Ciudadanos).