Descubramos firmamentos, pero respetemos los caminos, tanto los de aquí abajo como los de arriba. Quizás nuestra asignatura pendiente sea la de aprender a reprendernos, a vivir desviviéndonos por los demás y además por nosotros mismos; haciéndolo con humildad, con el afecto que lleva soportarnos entre sí, abriendo el corazón. Téngase en cuenta, que allá dónde germina la soberbia, siempre hay hostilidades, envidias, luchas, habladurías… Esto prioritariamente debe instarnos a corregirnos, a ser ciudadanos de verbo y verso o de palabra y acción, cooperadores de vínculos que nos hermanen. Sí, en efecto, puede que sea clemente que exploremos nuestras propias zonas interiores para que caminen en armonía. Esto no resta entusiasmo para ampliar horizontes y activar otras dimensiones existenciales. Por cierto, con el comienzo de la era espacial, las Naciones Unidas de igual forma reconocieron al punto ultraterrestre con fines pacíficos. Desde luego, nos hará bien interrogarnos, pero igualmente explorar desconocidos sitios, en los que compartir miradas, asombrarse y sorprenderse.
Tenemos que eliminar, por tanto, barreras entre nosotros. Indudablemente, siempre es más valioso tener la compostura de las grandezas que la postura de admiración hacia alguien, lo que nos exige ser capaz de olvidar las ofensas. En consecuencia, ante cualquiera de los avances que se produzcan con la exploración y la utilización del espacio, han de ir acompañados por progresos similares en los dominios de la moral, del derecho y del espíritu cooperante. Por eso, es vital que se haya declarado una semana mundial en este sentido; puesto que todo nos afecta a todos, lo que requiere análisis de la situación, en concreto de las contribuciones de la ciencia y la tecnología cósmica al mejoramiento de la condición humana. Precisamente este año, se potenciará el emprendimiento, ofreciendo a las empresas la oportunidad de contratar a la fuerza laboral necesaria para el creciente comercio de la industria espacial. No olvidemos que, la transición de órbita será saludable, en la medida que consideremos el bien colectivo y nos pongamos al servicio de la concordia.
Todo esto ya lo sabemos, sin embargo solemos caer en una explotación abusiva y los beneficios casi siempre recaen en los privilegiados.