Respetar y preservar

Unos marineros recuerdan como un capitán de pesca escondía en el puente un rifle y dos revólveres. Disparamos a matar al cachalote y así las orcas nos dejaban pescar mientas se entretenían comiendo los retos del gran mamífero. Un día dimos muerte a una gran orca hembra, y las demás rodeaban el barco, durante varias jornadas, impidiéndonos la pesca. 
 

Los mamíferos marinos de la familia del delfín, de unos 10 metros de longitud, También conocidas popularmente como ballenas asesinas, son los depredadores más salvajes del océano pero también son especies protegidas a las que hay que respetar y preservar. 
 

Los tripulantes teníamos turnos de hasta 16 horas, trabajando en cubierta, con sol, lluvia, viento o nieve. Todos queríamos pescar y únicamente pensamos en una buena marea para llevar dinero a casa. No somos, ni éramos, conscientes del daño que se puede provocar al resto de especies marinas ni al propio entorno del océano. 
 

Los marineros y tripulantes sabemos que el duro trabajo tiene que ser recompensado económicamente. A pesar de que a los grandes mamíferos se les puede disuadir a través de la utilización del sonar, con ruidos o cambiar los anzuelos por las nasas pero nunca acabar con sus vidas de maneta premeditada e impune.  
 

A los tripulantes de nada les vale quejarse, durante el tiempo que dura el rancho a bordo o en la taberna. Hay que tomar decisiones y defender la dignidad, la salud, la integridad y la supervivencia de un colectivo cada vez más indefenso y explotado.
 

Muchas empresas navieras alardean de la pesca responsable y presumen de cumplir con los protocolos y normas internacionales. En la realidad no siempre es así y tienen que pensar en el daño ocasionado al ecosistema marino que nos afecta a todos los habitantes del planeta, tanto o  más que el propio cambio climático. 

Respetar y preservar

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