La investidura de Núñez Feijóo está abocada al fracaso. Lo sabe él y todos sus colaboradores. Pero este larguísimo mes de plazo para lograr apoyos ha servido también para evidenciar las dificultades de su contrincante Pedro Sánchez, no ya con el chantaje de los independentistas catalanes, sino con la vieja guardia de su propio partido.
De ahí a pensar que parte de la bancada socialista en el Congreso vaya a abstenerse para permitir un Gobierno del PP es confundir los deseos con la realidad. El “tamayazo” se dio una vez y sirvió para que los dirigentes políticos aprendieran la lección y solo los militantes de fidelidad probada llegasen a formar parte de las listas. Todos los diputados del PSOE han pasado el filtro y, los que no, hace mucho tiempo que han vuelto a la empresa privada.
La otra puerta de acceso, la que cuida el PNV, también está cerrada a cal y canto. Bildu les pisa los talones y pactar con el PP les echaría de Ajuria Enea. Incluso el único voto de Coalición Canaria sólo depende de quién dé más dinero a las islas. No puede ser y además es imposible.
Así que, el pleno de esta semana que viene va a servir para constatar la soledad del que ganó las elecciones. Su único socio, Vox, el de los gestos teatrales e inoperantes, como arrojar los pinganillos de la traducción simultánea en el escaño vacío de Sánchez, es su peor lastre.
Pero la sesión va a servir, también, para que los “chantajistas” le recuerden al presidente en funciones que, si no cumple, él también fracasará. Pues cualquier escenario es bueno para recordarle que, sin ellos, no va a ningún sitio. Y el hemiciclo tiene la resonancia asegurada.
Las críticas de la “vieja guardia” han servido, según Moncloa, para aglutinar a la militancia. Pero otras encuestas reflejan que los votantes socialistas preferirían volver a las urnas antes de conceder la amnistía.
Lo que nadie contempla, y podría suceder, es que una guerra interna dentro de Sumar diera al traste con la investidura de Sánchez. No sería la primera vez que Podemos y su líder, Pablo Iglesias, obliga a una repetición electoral. La marginación de Irene Montero de las listas de la coalición ha dejado heridas sin cerrar. Por eso, Belarra exige ahora que la actual ministra de Igualdad siga en su puesto la próxima legislatura. Sus últimas comparecencias demuestran la guerra interna que se vive en el seno de los principales socios.
Si Sanchez, que salió más que escarmentado de la pésima factura de la Ley del “sí es sí”, se niega, ya veremos que harán los diputados de Podemos que no obedecen a Yolanda Díaz. Lo que nos llevaría a la conclusión de que Feijóo fracasará, pero Pedro Sánchez tampoco lo tiene tan fácil como cree.