De los muchos errores y pocos aciertos

Claro que el hombre tiene derecho a equivocarse! Y que no una vez sino muchas, nos equivocamos todos; y el que no, “tire la primera piedra” Pero el refrán —que no suele fallar dice “que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. Pues yo no diría dos, sino setenta veces siete. Y no acabamos de tomar las debidas medidas para, al menos, intentar aplicar posibles soluciones y no repetir las equivocaciones de nefastas consecuencias tantas veces. Porque no se trata solo de aquella mala contestación que dimos en una ocasión a nuestra madre que por lo regular nos lo perdona siempre, sino de otro tipo de errores familiares, laborales, económicos, políticos, etc. 


Y como las “cargas negativas” se contagian fácilmente a nuestra proximidad, puede ser plural la partida del el error como se demuestra en la toma de decisiones conscientes y equivocadas que aquí podemos aplicar a la política por ejemplo. Otras muchas equivocaciones o errores en las decisiones, ocurren en órganos colegiados con nefastos resultados por no haber tomado, asimismo, las lecciones pertinentes convenientes de los mismos o semejantes errores cometidos. EI sujeto, o por contagio el grupúsculo toman importantes y trascendentes decisiones equivocadas a sabiendas con frecuencia de que lo son y por no haber sacado, o “extraer a modo”. en ese trance, las lecciones de parecidos, o gemelos, casos del pasado, aun siendo ¡bien palmarios! los negativos efectos resultantes. ¡Cuántos problemas de índole diversa podrían haber sido evitados y ahora mismo se podrían evitar! Le faltan, con frecuencia, al hombre, la sobriedad en el equilibrio y en la reflexión, la enseñanza debida de los errores cometidos..., y le sobran “ínsulas, y soberbias, y arrebatos”..., siendo él, consciente de todo ello. Lo que debiera llevar parejo, al menos, un acto de humildad, de arrepentimiento, de perdón y de justicia en su caso. 


La Historia está plagada de pirómanos y de malvados, pero también de ligeros, irreflexivos, soberbios, contumaces..., que no han querido ni quieren tomar lecciones de errores del pasado, ni verlos en sus decisiones actuales. La mesura, el sopeso, la ponderación..., deben estar presentes en toda decisión del hombre y tanto más cuanto mayores y negativas sean o puedan ser las consecuencias tóxicas, y cruentas, y voluminosas, de sus decisiones, llevadas a la realización. Quizás también en otros sectores de la actividad humana, pero en política, como lo demuestran los sufrimientos de la Humanidad en diversos Pueblos y etapas, los responsables, o el responsable de la toma de la decisión o decisiones, que condujeron a aquellas traumáticas extorsiones, debieran ser apartados de su, o sus responsabilidades, en aquellas decisiones, con fines tan lacerantes.


Los Pueblos, las Sociedades, no deben nunca ser sometidos a sufrimientos debidos a soberbias y arrebatos de irresponsables pero con la responsabilidad en la posibilidad de no haber tomado las debidas lecciones de errores pasados acaecidos. Por el contrario, consigamos tomar los conocidos senderitos que, aunque con piedras, nos conducen a llanadas.

De los muchos errores y pocos aciertos

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