Miopía

Llevo toda la vida usando gafas. Los de mi generación cuando nos las ponían fuimos objeto de burla, de chanza, por parte de muchos compañeros de clase. Mi falta de visión correcta se acrecentó cuando preparaba el  acceso a la reválida de cuarto. Un alto en el camino que  hacía de filtro entre el Bachillerato de grado Medio y el Superior. Debo reconocer  que nunca sentí la presión colegial por la utilización de las gafas y los comentarios maliciosos que hacían mis compañeros cuando decían aquello de: “Cuatro ojos, capitán de…”, o lindezas parecidas.


El utilizar gafas, con un buen número de dioptrías en cada ojo, no me permitió hacer las Milicias Universitarias cuando llegué a la mitad de la carrera. Me mandaron  a una revisión médica en un hospital militar en la que se determinó que no era apto ni para hacer el servicio militar, ni para cualquier tipo de actividad relacionada con la vida castrense. En aquel  momento en cada uno de mis ojos tenía más de cinco dioptrías. Hoy he doblado las que figuran en los cristales de mis gafas.


La utilización de lentes entre los adolescentes  aumentó de forma considerable. Un reciente estudio señala que uno de cada tres jóvenes españoles de entre 12 y 18 años es miope, que a la mitad de ellos les subió de manera alarmante la graduación y que muchos están encuadrados en lo que se conoce como magno al superar las seis dioptrías.


El informe incorporado en el  estudio “El estado de la salud visual de los adolescentes en España”, realizado por la asociación Visión y Vida, señala que este tipo de miopía puede derivar en ceguera, desprendimientos de retina u otras enfermedades graves relacionadas con la visión. Lo más alarmante del documento es que pone de manifiesto algo que ya conocíamos: demasiado uso de pantallas de  ordenador y teléfonos móviles.


Una de las características que se denota entre los jóvenes es que utilizan el teléfono móvil a oscuras y antes de acostarse, con lo que infríngen a la vista un riesgo mayor. Ahora, igual que en  mis épocas adolescentes, uno de los primeros síntomas que  aparecen en los jóvenes además del dolor de cabeza  es ver de forma borrosa el encerado para lo que tienen que  entrecerrar los ojos y de este modo tener una visión más nítida. Un dato que enciende todas las alarmas después del estudio de campo realizado es que  el 10% de los miopes con más de quince dioptrías terminan en ceguera y el 60% con desprendimiento de retina.


Algo que  deberíamos tener muy en cuenta, sobre todo los padres, de lo que alerta el estudio es que  los menores no deberían usar pantallas antes de los siete años. Esa es la realidad, pero no la verdad. Los progenitores permiten que los niños pequeños usen las pantallas, en el formato que sea, desde muy temprana edad. Esos niños son potenciales usuarios de gafas en el futuro.

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