Las lágrimas del papa Juan Pablo II

Hace ahora cuatro décadas que escribí un artículo en el que analizaba la visita a Santiago del Papa Juan Pablo II. En aquella ocasión tuve la fortuna de que me correspondiera uno de los pools para permanecer en la puerta de la plaza de la Azabachería por la que el Sumo Pontífice tenía que entrar en la Catedral para una visita privada a la Basílica. 
 

Al final de las escaleras nos encontrábamos dos periodistas micrófono en mano José Andrés Hernández Vicente, director regional de COPE y que años más tarde sería el máximo responsable de la Cadena, y yo para dar cuenta de ese momento en el que el Papa hacía su entrada en el templo.
 

Recuerdo que en mi artículo, publicado en el periódico a cuya redacción pertenecía en aquellos momentos, relataba que cuando Juan Pablo II cruzó el dintel de la puerta se arrodilló, besó el suelo y por sus mejillas rodaron unas lágrimas de emoción. Mi trabajo periodístico lo titulé: ¡Yo vi llorar al Papa!
 

Han pasado 40 años, pero los recuerdos siguen fluyendo a mi mente. Fueron unas horas las que Juan Pablo II permaneció en Compostela cargadas de gran emoción y simbolismo en unos momentos en los que la vieja Europa se debatía en múltiples problemas.
 

En las naves de la catedral resonó la famosa frase pronunciada por el Papa: “Yo obispo de Roma, y pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: vuelve a encontrarte. 
 

Sé tú misma. Descubre tus orígenes Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” La misa en el aeropuerto de Lavacolla, el encuentro con las gentes del mar en la plaza del Obradroiro, y la celebración religiosa en la Catedral, configuraron un programa muy apretado que hizo que los periodistas tuviéramos que ir de un lado para otro buscando los mejores momentos de una histórica visita. Me sigo emocionando cuando vuelvo a releer y escuchar la famosa frase del papa polaco, al que vi llorar al entrar en la catedral de Santiago.

Las lágrimas del papa Juan Pablo II

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