La popularidad interna de Vladímir Putín alcanzó su cenit en 2014 cuando logró la reintegración de Crimea en Rusia, porque así es como la percibieron sus compatriotas: el regreso a la Madre Rusia de un territorio ruso poblado por rusos. Por el contrario, esta guerra es muy impopular por los indiscutibles lazos sanguíneos y culturales entre rusos y ucranianos. La policía interviene cada día para reprimir las protestas de los más valientes, y supongo que estos días hay intrigas palaciegas de los oligarcas para ofrecer una retirada a Putin, y salvar sus negocios de las sanciones internacionales. Trayectoria inversa es la recorrida por el ucraniano Volodímir Zelensky. No percibió la provocación que para Rusia suponía que su país ingresara en la OTAN, pero su negativa a ser evacuado de la asediada Kiev, agranda su capacidad moral de liderazgo para que Ucrania sobreviva como estado soberano.