El grupo Sumar registró en el Congreso su primera proposición de ley de reforma del Código Penal para suprimir los delitos de injurias a la Corona, las ofensas a los sentimientos religiosos, los ultrajes a los símbolos nacionales y el enaltecimiento del terrorismo. El dirigente de IU, Enrique Santiago, justificó la iniciativa porque este tipo de delitos son una anomalía, castigan la libertad de expresión y no figuran en las legislaciones de los países comunitarios.
Reparen que es la primera propuesta de ley de Sumar que dice tener como objetivo “el bien de la gente…”. ¿De verdad creen que despenalizar estos delitos contribuye a mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas? La propuesta merece otras anotaciones.
Una. En las monarquías y repúblicas europeas, los países de referencia que invoca el diputado Santiago, se respeta al Jefe del Estado. Salvo excepciones que confirman la regla, ningún europeo, sea cual sea su ideología, ultraja su figura, igual que nadie injuria a la nación, a sus símbolos, al Ejército y a las Fuerzas Armadas. Y a ningún europeo se le ocurre enaltecer el terrorismo.
Dos. El derecho a la libertad de expresión se ejerce expresando pensamientos y opiniones. Pero esa libertad limita con el respeto a los derechos de las demás personas, físicas y jurídicas, también reconocidos en la Carta Magna. Y limita con la educación y el buen gusto porque, dice el filósofo Emilio Lledó, la libertad de expresión se degrada si solo sirve para decir tonterías.
Tres. En cuanto a las ofensas a los sentimientos religiosos, suelen tener como blanco a la Iglesias Católica y salen gratis. Esos ultrajes no se producen hacia otras religiones con las que los “laicistas de oficio” son tan respetuosos y tolerantes que ninguno criticó nunca su integrismo o el trato vejatorio a las mujeres.
Cuatro. Esta propuesta de Sumar es legítima, faltaría más. Pero ese conglomerado de partidos demostraría más sentido político con una propuesta de recuperación para la sociedad de valores cívicos, como el uso de la libertad y la tolerancia; las buenos modales, el decoro y el respeto a las diferencias… Y otros valores necesarios para la convivencia en democracia.
Cinco. La libertad nos permite ser de derechas o de izquierdas, monárquicos o republicanos…, pero primero hay que ser educados y respetuosos con las personas e instituciones que los políticos deberían contribuir a dignificar. Defender la bazofia expresiva de algunos personajillos adictos al insulto en lugar de practicar la discrepancia cordial y la crítica civilizada, revela escasa catadura ética y política. Pero “quod natura non dat, Salmantica non prestat”. Según un viejo dicho, no se pueden pedir peras al olmo.