La sala de exposiciones del Colegio Oficial de Médicos acoge la muestra “HERMANA, adiós” de la berciana Esperanza Merino, licenciada en Bellas Artes por la Complutense de Madrid y, actualmente, profesora de fotografía en la Escuela Picasso. Las extraordinarias fotografías que presenta son, a la vez que un homenaje a la hermana fallecida a causa de un cáncer, un recorrido simbólico de enorme profundidad y belleza plástica por los misterios de la vida y de la muerte, donde lo elegíaco y doloroso que da cuenta de ese pathos inexorable que es inherente a la condición humana, no excluye el asombro o incluso la loa o el cántico por los aspectos hermosos que “ a pesar de” también forman parte de la existencia.
En las reflexiones del libro que acompaña a la exposición, y en las obras presentadas da fe, no sólo de una sensibilidad exquisita que se demuestra en la composición, el enfoque, el color y la forma de articular los motivos, sino de una gran cultura e inusual sabiduría . Puede, así, apoyándose a veces en textos de T. Mann, de Susan Sontag, de Juan Ramón Jiménez o haciendo referencia a mitos construir metáforas visuales que son- como ella dice- “...la manera de traer a lo visible lo invisible”, que es, desde luego, lo que también hace la gran poesía. Así, por ejemplo, la obra “Camino al paraíso” nos ofrece una visión del enmarañado bosque de la vida, entre cuyas desnudas ramas caminan de mano dos frágiles criaturas, envueltos en un aura rojiza, semejante a la sangre; todo el desconcierto y la pregunta sobre el sentido de la vida se condensan en esta imagen. De las amenazas y dolores que hemos de afrontar habla “ Flota en el aire un silencio extraño” donde una jovencita desnuda, de pie junto a una mesa blanca tiene la mano sumergida en una palangana de tinta negra mientras una enorme mancha negra se desliza por el borde de la mesa. Los acentos tenebristas, un tanto en la línea del Barroco, están presentes en “La rueda de la vida” donde, en un escenario oscuro, una muchacha desnuda, con los brazos cruzados bajo su triste rostro, apoya los codos en una mesa junto a las cartas del tarot.
El Tánatos barroco, que recuerda el “ Sic transit gloria mundi” de Valdés Leal y el tema de la vánitas, puede apreciarse en “Esfinge y calavera” y sobre todo en “La muerte y la doncella” donde una frágil chica aparece apresada por los huesos de un esqueleto. El “Juicio de Osiris” muestra a idea de la balanza que pesa las almas.En “Uróboros y la mariposa” refleja la recurrencia cíclica, que representa la mítica serpiente (aquí, una pescadilla enroscada dentro de un cuenco) que se muerde la cola y sobre la que planea una frágil mariposa, que simboliza el espíritu. Estas imágenes, acompañadas de los profundos textos del diario de la hermana, nos enfrentan de un modo lúcido, que aunque doloroso va lleno de gran belleza expresiva, con esa frontera inevitable del paso al otro lado y con el desconcierto de no saber; desnudan la fragilidad del “cristal sucio” del cuerpo (Woolf) y abren ventanas al viento de lo desconocido.