Fuego amigo

Que te maten tus enemigos, pese a no haberlos ofendido, es terrible. Que lo hagan, un día sí y otro también, tus amigos —y llamo amigos a aquellos que defienden los valores democráticos y el Estado de derecho— es una pesadilla. En ella vivo y viven muchas víctimas de ETA, reconocidas y no reconocidas, la inmensa mayoría.


Hoy no hay plomo, ni ataúdes, es cierto, tampoco creo que haya ganado ETA, ha ganado, algo mil veces peor, la idea que los llevó y consintió en el asesinato durante cincuenta largos años.


Tampoco me ofende que los padres de los presos reclamen impunidad para sus hijos, entiendo que les duelan, es humano y agrada verlos en esa disposición. Además, el problema no es aproximarlos a ellos, es acercarlos al PNV y a BILDU. A quienes de verdad los quieran y respetan también debería preocuparles, son su fuego amigo. 

 

Cuando a una sociedad la gobierna la conveniencia política por encima de la ética, a sus hijos termina por no importarles 


Me pregunta un buen hombre, ¿tú crees que a nuestros hijos les importan algo los indultos, la supresión de delitos o el destino de los presos de ETA? Dudo la respuesta. Es cierto, no les importan. Cuando a una sociedad la gobierna la conveniencia política por encima de la ética, a sus hijos termina por no importarles nada que no sean ellos. Es humano, afirmo, y callo que yo también lo era, hasta que un día pasé a ser un txakurra. 


Hoy soy un nadie roto que llora por esos miles de nadies que a nada ni a nadie importan y para los que reclamo una memoria «emputecida» por los suyos, esos que dicen ser los nuestros.

Fuego amigo

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