Ferrol, una ciudad en el tiempo

recientemente se inauguró una exposición de nuestra historia, titulada “Cidades no Tempo. Ferrol.” Durante la visita a la muestra, expuesta en la tercera planta de “A Fundación. Abanca” ferrolana, tuve ocasión de charlar, algunos minutos, con Manuel Gago, el comisario de la exposición, así como con el delegado de la misma, Guillermo Llorca, y a ambos felicité por su trabajo. A mi juicio, lograron condensar el espíritu y la esencia de Ferrol a lo largo de la Historia. Los dos contaron con la asistencia de un brillante equipo de colaboradores, de manifiesta erudición.
 

La providencia me ha permitido ser testigo del devenir de la historia de la “ciudad de ciudades”, que así califica Gago a Ferrol. La muestra me permite seguir, paso a paso, mis recuerdos vitales. Desde la infancia, conocí la gran cantidad de colegios, laicos o religiosos, institutos y academias que existían y los sucesivos planes de enseñanza. Mas adelante, se creó en la ciudad un Campus, de trascendencia notable.. 
En mi juventud, también conocí aquel Ferrol donde había dos teatros, cerca de media docena de cines y varias salas de fiestas, “boites” y discotecas. Durante cierto tiempo, hubo cuatro periódicos en Ferrol, con sus respectivas sedes o delegaciones locales, y hoy tenemos dos medios escritos, varios otros digitales y dos emisoras de radio.
 

En el aspecto naval e industrial, Ferrol llegó a contar con dos importantes astilleros, uno público y otro privado, y con numerosas empresas auxiliares de los mismos. También proliferaban importantes firmas, de índole diversa, como eran FENYA, Fábrica de Lápices, PYSBE,  Peninsular Maderera, Jabones Beceiro, y otras. Hoy en día no pervive ninguna de estas, aunque la industria naval, ya unificada en Navantia, parece renacer de su cenizas, con nueva carga de trabajo de buques de guerra y eólica marina.
 

El tejido comercial de la ciudad era floreciente y los establecimientos y los grandes almacenes sobrevivieron en nuestras calles mientras la industria y la presencia naval y militar se mantuvo en la ciudad. Con respecto a ello, en Ferrol llegó a estar el Estado Mayor de la Flota, y varias unidades de destructores, fragatas y otros buques de guerra. También hubo una guarnición formada por dos regimientos, un parque de artillería, una unidad de intendencia y otra de transmisiones. No queda nada de esta presencia, a excepción de algunas Escuelas de Formación de personal, unidades navales menores y el Regimiento de Infantería de Marina.
 

La construcción naval tuvo su época de grandeza, con la fabricación de grandes superpetroleros o la serie de modernas fragatas para nuestra Armada, si bien la llamada Reconversión Naval produjo una grave crisis, que ocasionó la decadencia de los astilleros y sus auxiliares y, por consiguiente, el paro de gran parte de los trabajadores. Hoy, afortunadamente, se va recuperando el índice de empleo en la naval, y el trabajo.
 

En los aspectos laboral y social, también pude ser testigo del nacimiento de los primeros sindicatos de clase, opuestos a los verticales de la dictadura, que desencadenaron los graves sucesos del 10 de marzo de 1972, una fecha inolvidable de nuestra intrahistoria. No olvidemos los importantes movimientos sociales ocasionados por éstos, y la evolución del tejido social. También resaltaremos la transformación urbanística de los barrios de la ciudad, como  Esteiro, Caranza, Santa Marina o Serantes, aunque algunos otros han sufrido pocos cambios, como Ferrol Viejo o La Magdalena. En fin, que fui testigo, desde la atalaya de mis dos profesiones de periodista y militar, de la evolución de nuestra ciudad durante la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del XXI. Y espero poder serlo durante algunos años mas, viendo el renacer de nuestro Ferrol y que llegue a ser Patrimonio de la Humanidad.

Ferrol, una ciudad en el tiempo

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