“Etxera”

En euskera, a casa, ese es el nuevo grito de la horda etarra. Se sienten fuertes y capaces en la ignominia de idealizar el crimen. Orgullosos de sus logros sobre las víctimas, es más, se creen capaces de poner de rodillas a esta sociedad que, en esa dignidad, anda aún a gatas, e ignorando que el primer derecho de un criminal de su naturaleza no debería permitir ser utilizado como moneda de cambio político. Eso habrían de exigir y no consentir impunidad rogada o regalada en la indignidad de la cesión. Pero lo más importante sería reconocerse en la brutalidad de sus crímenes y en el perdón de las víctimas; abjurando de mantenerse en esa soberbia impropia de lo humano, porque ese sí sería un logro en el final de este horror mucho más importante y reparador que toda esta farsa de concesiones y omisiones que se fraguan entre bambalinas y por comediantes de escasa estatura teatral, qué decir, ética.


Hoy los acercan, mañana, los van a sacar, la sola idea debería humillarlos, y lo van a hacer los que los animaron a esa orgía de sangre y terror que fueron. Y ellos lo viven como protagonistas cuando solo fueron los arrabales de una celebración tan maldita como ajena a sus perversos ideales.


Sabed, celebrantes, que no habéis pasado de ser calderilla en la flamante cartera del nacionalismo y el bono basura de los gobiernos democráticos. Y que si algún valor atesoráis en vuestra condición, es el que os otorgan vuestras víctimas.

 

“Etxera”

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