Demasiado para Sánchez

Los hechos han venido demostrando que Pedro Sánchez aguanta lo que le echen y asume todas sus contradicciones. Hasta ahora. Pero todo tiene un límite y la capacidad de gestión del Gobierno está cada día más en entredicho. La huelga de los camioneros que está empezando a provocar desabastecimientos está poniendo a prueba el talante y el talento negociador de las ministras implicadas por el problema.


La torpeza con la que iniciaron las negociaciones -¡excluyendo a la plataforma que había convocado los paros¡- es un ejemplo de arrogancia y falta de profesionalidad. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, al intentar desacreditar a los convocantes tildándoles de extrema derecha -fórmula clásica de deshumanizar a quien se tiene por adversario-, pasará a engrosar los manuales de lo que no se debe hacer cuando alguien tiene un problema y aspira a resolverlo. El resultado de semejante estrategia es qué, a pesar del acuerdo con las patronales, la plataforma convocante de la huelga sigue con los paros. La torpeza tiene escuela y alumnos en otros ministerios. En esa carrera también apunta maneras la ministra Portavoz, Isabel Rodríguez.


El Gobierno está desbordado. Antes de las precariedades que ahora agrava la guerra de Ucrania, Sánchez tenía en la mano dos cartas con las que pensaba afrontar el temporal de reivindicaciones sociales que se veía venir. Confiaba en que con ayuda de los fondos europeos podría ir parcheando la crisis rescatando el limbo de los ERTES como fórmula para maquillar el incremento de las listas de desempleados. La otra carta con la que contaba --y cuenta-- es la complicidad de los sindicatos mayoritarios UGT y CC.OO. que se están retratando por su mansedumbre frente la tormenta social que están provocando las subidas de precios y la nunca resuelta precariedad laboral: España es el país de la UE con mayor número de parados.


A todo esto resulta que la mitad del Gobierno, los socios de Podemos, están instalado en pública disidencia por considerar que, con el giro introducido en la cuestión del Sahara, Pedro Sánchez ha traicionado el pacto que firmaron para apoyar al PSOE y entrar en el Ejecutivo. Visto que Sánchez hace y deshace sin contar con nadie como ha quedado demostrado con el caso de la carta al rey de Marruecos de la que los ministros se enteraron por la Prensa, es él quien ahora se enfrenta a una situación política delicada. Empieza a tener a la calle en contra, en el Parlamento los socios de la investidura le han dado un aviso y la oposición, tras la llegada de Núñez Feijóo, está empezando a reorganizarse. Será un milagro si consigue salir airoso porque todo esto empieza a ser demasiado hasta para Sánchez y sus planes para agotar la legislatura. Todo empieza a estar en el aire. 

Demasiado para Sánchez

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