Según el propio Sánchez sí, si estuviéramos hablando de un político coherente con sus propias palabras, pero claro, el presidente tiene siempre a mano el comodín de “cambié de opinión” que es como el denomina a mentir descaradamente. Fíjense lo que el decía no hace mucho tiempo: “la ejemplaridad en política significa ir por delante de la legalidad y por eso exijo la dimisión de Barberá y de De Guindos”, tampoco escatimó exigencias con Ayuso: todo este ruido tiene que ver con el silencio del sr Feijóo. Por eso hoy Feijóo debe exigir la dimisión de la señora Ayuso, es lo que espera toda España”. Lo cierto es que Barberá resultó exonerada y el hermano de Ayuso vio como su causa era archivada en dos ocasiones por la fiscalía. Dado el nivel de exigencia que Sánchez mostró con los demás, cabe esperar que se aplique el cuento porque la que sí está imputada y llamada a declarar es su esposa y por dos delitos, de momento, tráfico de influencias y corrupción entre privados y ¿ahora qué presidente? Pues nada, que, al parecer ha vuelto a cambiar de opinión y donde dije digo, digo Diego. Pero no conforme con este giro de guion, Sánchez trata de utilizar el caso Begoña como arma electoral y lleva a su mujer a mítines para vender una victimización que nadie se cree en busca de un puñado de votos que le salven su trasero. Acusa al juez de no respetar la norma “no escrita” de no tomar decisiones procesales en tiempos electorales. Si así fuera la justicia se habría paralizado desde hace seis meses porque llevamos no sé cuantas elecciones en los últimos meses y la justicia no se puede parar, tiene sus tiempos, pero, hablando de incumplir normas no escritas, Sánchez debe asumir que el fue el primero : en España gobernaba el partido vencedor en la selecciones y esto fue respetado históricamente por UCD, PSOE y PP, hasta la llegada de Sánchez y su aritmética parlamentaria, en la que caben pro etarras, comunistas, separatistas e independentistas aunque hayan intentado dar un golpe que les ha salido gratis por la amnistía y los indultos del propio Sánchez. Desde luego no está el presidente para dar lecciones de coherencia. No creo que Feijóo haya estado acertado con su insinuación sobre una moción de censura imposible, creo, más bien, que el PP debe exigir a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza si sale derrotado de los comicios de mañana porque pretender convertir a Begoña en una especie de Isabelita Perón es un intento baldío y populista que, quizá, sea la orientación que Sánchez pretende para la política española. Hoy es día de reflexión y creo de verdad que todos los españoles debíamos de sacarle partido y reflexionar sobre la importancia que han tomado estas elecciones europeas, que va mucho más allá de Europa y que tienen una interpretación en clave nacional. Sánchez merece una llamada de atención para corregirse porque de lo contrario se sentirá inmune para hacer lo que le venga en gana con su gobierno, la justicia y el estado, elevándose a Caudillo plenipotenciario. Esto no es sano para nuestra democracia, no es bueno para España y daña nuestra posición en Europa. Mañana los españoles tenemos mucho que decir. Que Dios reparta suerte.