núñez Feijoo salió patentemente decepcionado, aunque seguro que no esperaba otra respuesta a sus propuestas; Pedro Sánchez no nos dio la oportunidad de avizorar cuál era su estado de ánimo tras su ‘cumbre’, este miércoles en el Congreso, con el presidente del Partido Popular; pero, por lo que transmitió la portavoz del PSOE, Pilar Alegría, yo diría que el inquilino de La Moncloa está crecido. Algún asistente a la reunión de la dirección socialista me dijo que la idea dominante en la sede de Ferraz es la de que, con sus propuestas de pactos y de abreviar la Legislatura a dos años, Feijoo da la impresión de buscar una salida a la desesperada.
Sin duda, el presidente del PP no contaba con ninguna aquiescencia por parte del bloque socialista; con lo que no sé si contaba es con la catarata de ataques -la ministra-portavoz sacó a relucir sus ‘amistades peligrosas, los sobresueldos, él incumplimiento con la Constitución por no renovar el poder judicial_que le dirigió la portavoz Alegría, sin duda la voz más ‘dura’ del lado gubernamental. Si Feijoo no comprendió el ‘no es no’ de Sánchez, que no deje de ver la rueda de prensa de Alegría para desechar toda esperanza.
De mis contactos y llamadas posteriores al encuentro, en el que, pese a su brevedad , seguro que quedan aún muchas cosas que narrar, se deduce que el PSOE está prácticamente seguro de que Sánchez logrará la investidura, es decir, que las negociaciones con Junts y Esquerra van razonablemente bien. Y la decisión está clara: la alianza de Sánchez será, en todo caso, con la ‘mayoría de la moción de censura’, o sea, Frankenstein, más Junts, y no con el otro partido mayoritario, es decir, el PP. Ya lo dijo Feijoo: mientras Sánchez esté donde está, pensar en cosas como grandes coaliciones, por ejemplo, es tontería. Dos no se entienden si uno no quiere, y se entienden menos si el otro desconfía por completo del uno.
Los ‘populares’, girando patentemente sobre el tono adoptado durante la campaña electoral, proponen seis pactos amplios, en los que cabe toda la política importante que se puede hacer en un país. Y, como novedad relativa, no muy ingeniosa ni útil, por cierto, Feijoo propuso a Sánchez ejercer una gobernación de dos años, convocando a continuación elecciones. Es decir, Feijoo planteó a Sánchez que se abstuviese, por razones de Estado, para facilitar la investidura del líder del PP. La respuesta ha sido, como no podía ser de otro modo aquí y ahora, un sonoro portazo. Y los tambores de guerra han empezado a sonar, aunque el líder de la oposición trató, en su comparecencia ante los periodistas, de mostrar un tono comedido, como si confiase, en el mes escaso que le queda hasta la votación de su investidura, en tener aún la oportunidad de convencer de algo a Sánchez.
Comprendo que Feijoo tiene la intención de mostrarse dialogante con cuantos pueda hablar, pero sospecho que va a recibir, él o quien le represente en futuras conversaciones, varios portazos en la cara. Pilar Alegría no dejó ni un resquicio para el ‘pacto o acuerdo, acuerdo o pacto’, como repitió Feijoo en su propuesta, basada en la ‘igualdad de todos los españoles’. En el PP hay sensación de que habrá que seguir siendo oposición mientras dure la Legislatura presente . Porque en el PP, por muchos cabos que tiren al barco de Junts, también saben que Puigdemont acabará inclinando la balanza a favor del ‘sí’ a Sánchez.