Illá por los años sesenta del pasado siglo, amorosas madres nos mandaban a la cama con una canción de cuna dulce pero que contenía una amenaza: “Duérmete niño, duérmete ya, que viene el “coco” y te comerá”. No conozco a ningún niño que tuviera que recibir tratamiento psicológico por ello, hoy sería impensable, quizá los servicios sociales le quitarían al niño a esa madre, hasta ahí hemos llegado. El tiempo ha pasado y algunos de aquellos niños ya son mayores y se han dedicado a la política, podría ser el caso de Santos Cerdán ya ex secretario de organización del partido socialista quien, seguro, echa de menos aquella inocente canción porque, ahora, le cuesta trabajo dormir y todo empeora cuando le cantan la remozada nana que dice: “Duérmete Santos, duérmete ya, que viene la “UCO” y te comerá”. España tiene hoy dos pilares del estado de derecho que la protegen de las tropelías que algunos políticos cometen, jueces y fuerzas de seguridad del estado hacen un trabajo duro pero muy valorado por la ciudadanía. Los primeros vienen de hacer una huelga simbólica porque se sienten atacados, con razón, por las leyes que anuncia el gobierno de Sánchez y que prometen acabar con la independencia del poder judicial, los segundos son vilipendiados cada día por miembros del gobierno en un intento de acobardarlos en sus investigaciones, sobre todo de aquellas que afectan al entorno más próximo del presidente Sánchez.
Si no fuera por la UCO, no nos hubiéramos enterado de nada de las comisiones y trapalladas que Cerdán, Ábalos, Koldo o Aldama protagonizaron desde los despachos ministeriales o desde Ferraz. ¡Cómo no los van a odiar! Pero ahora que sabemos muchas cosas faltaba por conocer la reacción del máximo responsable del PSOE y del gobierno, por eso el pasado jueves la convocatoria apresurada de una rueda de prensa de Sánchez, hizo pensar a muchos que esta etapa oscura vería su final y que los españoles serian llamados a las urnas para reordenar un tablero político que está hecho un desastre. Se equivocaban, Sánchez no contempla ningún escenario que pase por dar la palabra a los españoles. Pidió perdón y nada más. Bueno, dijo que se había equivocado confiando en Santos Cerdán, como también antes se había equivocado al nombrar a Ábalos, dijo que no debió de haber confiado en ellos.
La pregunta viene dada: ¿y en usted, por qué hemos de confiar? El presidente Sánchez llegó al gobierno mintiendo, recuerden, “no permitiré que la gobernabilidad de España descanse en grupos independentistas”, “con Bildu no pactaré, si quiere se lo repito veinte veces”, la lista es demasiado larga para recogerla aquí, pero es que hace menos de diez días, Sánchez exigía respeto “para una persona honorable”, en referencia a Cerdán, por estas pequeñas cosas… ¿cree alguien que el presidente merece la más mínima credibilidad? Sánchez se apoya en sus socios que le suman esa aritmética parlamentaria que le dio el visto bueno al gobierno Frankenstein y esos mismos socios se abrazan ahora a la corrupción para mantener al presidente. Veamos, Yolanda es un náufrago en el medio del océano agarrada a una tabla de salvación: Pedro Sánchez. Sabe bien ella que no tiene votos ni partido y que si vamos a elecciones acaba en Fene. Puigdemont sabe que Sánchez es chantajeable y por lo tanto le interesa mantenerlo, está sacando réditos impensables en la España constitucional. Bildu ha pasado de ser el brazo político de ETA a personas de paz y de la mano de las concesiones de Sánchez no para de subir en las encuestas vascas.
No señores, los socios de Sánchez lo mantendrán pase lo que pase. La democracia española está secuestrada por la “aritmética parlamentaria”, el presidente es impermeable al sufrimiento de los españoles. El cabreo y el desconcierto ciudadano difícilmente puede ir a más y solo las urnas pueden traer de vuelta una cierta normalidad. Bueno eso y Tezanos que se encarga de manipular encuestas que den oxígeno a un presidente terminal, aunque él no se quiera enterar.