Caos creativo

Al principio fue el caos dice la mitología griega, recogida en la Teogonía de Hesíodo, que explica el origen del cosmos. Amiga como soy, del orden, de las tablas de excell y de “cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa” -os confieso que organizo el armario por gama de colores, como las cajas de lápices- durante años he huido de la palabra caos y me apuntaba más a la teoría de “en el principio era el verbo”, también quizás por mi educación católica.


Avanzados los años, construidas mis propias creencias y tras las experiencias que va ofreciendo la vida, me he reconciliado con el caos. Lo imagino como la semilla que contiene todo lo necesario para crear. También podría ser un baúl lleno de pinturas, arcilla, lana, metal, piedra, madera, agua, pegamento, papel... todo tipo de materiales con los que construir cualquier cosa, aún por imaginar. Así, a gran escala, creamos mundos, a pequeña, surgen objetos, teorías y obras de arte, pero todo parte de lo mismo, el bendito caos.


He descubierto que, de tarde en tarde, es bueno desordenar para ampliar el foco sobre el potencial de los objetos, perderse en las ciudades y esquivar los caminos habituales para desvelar lugares, trastocar las rutinas para distraer la mirada del aburrimiento, conseguir que de lo antiguo surja algo nuevo.


Estas dos últimas semanas, me siento envuelta en ese caos, traslado de oficina, las obras que no han terminado, cajas apiladas, llenas de cables, papeles, útiles varios, esperando su oportunidad para encontrar el espacio que los acoja.


Y en medio de ese desorden visible, encontramos un cierto orden, la manera de trabajar, de replantear nuestras dinámicas de equipo y el potencial de establecer nuevos procedimientos, una suerte de borrón y cuenta nueva. Un nuevo espacio, sin duda trae perspectivas diferentes, y las mudanzas, si somos valientes y nos atrevemos a soltar, nos permiten aligerar mochilas.


¿Quién no ha aprovechado ese momento para tirar aquello de lo que ni se acordaba y que había estado hibernando en algún rincón de la casa o la oficina?


Bienvenido pues ese caos creativo, ese espacio-tiempo donde los objetos y las ideas cobran nueva vida. El caos es una palanca para la evolución.


En ese ejercicio de “renacimiento” es importante también desbarajustar los recuerdos, no hay que dejar que se apolillen, sobre todo los buenos, hay que sacarlos a la luz, revivirlos y luego guardarlos de nuevo en otro cajón, para que siempre estén vigentes, porque ellos nutren nuestra identidad, para bien y para mal.


También es esencial jugar, no dejar nunca que mueran l@s niñ@s que hemos sido. Los juegos tienen reglas que no son las de lo cotidiano, pueden basarse en situaciones irreales, rebosan imaginación y no son predecibles, eso hace que sean perfectos para poner un puntito de caos en la vida.


Os invito también a reír con ganas, descontroladamente, reír hasta que se salten las lágrimas, reír hasta despeinarse.


Reír hasta que tiemble el cuerpo es la forma más maravillosa de desordenarnos para volver a ordenarnos más felices.


Como  bien comparte Tim Harford  en el El poder del desorden “Quiero convencerles que a veces, hay algo de magia en el desorden.”

Caos creativo

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