Byron y la fuerza del sino

El destino te la juega cuando menos te lo esperas. Primero tus padres te ponen de nombre Byron, sellando tu futuro de Casanova desde el primer minuto en el Planeta Tierra. Luego te gusta Coldplay, a estas alturas. Lo verdaderamente asombroso es que aún quede gente a la que le guste Coldplay, pensé que se habían disuelto en algún potingue naturista de Gwyneth Paltrow. Pero no, siguen tocando esas melodías facilonas e interminables que pueden llevarte con facilidad al coma diabético.

 

Sí, los Coldplay siguen tocando y a la gente le siguen gustando. Y eso ha sido parte de lo que el destino tenía reservado para Byron. Andy Byron, para mas señas CEO de Astronomer (mi mente de rubia de letras creyó que el tal Andy era astronauta, pero no, es una empresa de datos y software o algo parecido). Como la mayoría de ustedes sabrán, Byron fue al concierto de Coldplay (segundo o tercer error vital de Andy, el primero fue de los padres al ponerle el nombre de un seductor imparable, el segundo fue tener una amante en el trabajo, se me acumulan los fallos) y el tercero, ir al concierto de Coldplay con LA OTRA, que dicen en las coplas, los tangos y las telenovelas turcas.


Yo nunca he sido infiel, me maravillan los y las que pueden mentir y seducir y liarse con facilidad mientras tienen pareja. Si hubiese nacido ahora seguro que me habrían diagnosticado cualquier trastorno de personalidad de esos que hacen que los niños sean solitarios y miren a todo el mundo como Irene Montero mira a los futbolistas, con el ceño muy fruncido, salvo que sea LamiñaMal, que es el nuevo referente woke con su abuela tapada, los enanos saltarines Aijó Aijó y las chicas de imagen. Retomando el inicio del párrafo, me maravillan los que tienen facilidad para el ligoteo y para salir de casa diciendo que van a ver ‘Don Giovanni’ de Mozart (su mujer odia la ópera) y en realidad van a ver a Coldplay con LA OTRA. La santa mujer queda en casa mirando las rubias cabecitas de sus hijos jugar mientras su esposo byroniano se menea al ritmo de esas melodías dulzonas interminables abrazado a LA OTRA.


¿Qué ocurrió? Lo inevitable cuando te llamas Byron y tu destino está sellado desde la cuna. El escándalo. Hay una cierta ingenuidad en los que tienen un amante: creen que nadie se da cuenta, que si van a cierta playa o si se encuentran en un motel o en un concierto multitudinario nadie los va a descubrir. ¿Qué mejor lugar para esconderte que en un sitio lleno de gente a la que le gusta Coldplay? Pero ah, los hados. El fatum. El sino. Mientras Byron-Don Giovanni abrazaba a su amor las cámaras, esas traidoras, los pusieron en el centro del mundo. Porque ahora ya no eres el centro de tu barrio o tu ciudad: eres el centro de todo el planeta global. 


Así que las rubias cabecitas de los niños miraron la tele y vieron a papá abrazado a otra mujer y huyendo avergonzado al verse expuesto. Papá pide disculpas, papá escribe una carta, papá avergüenza a la empresa, el CEO se queda temporalmente sin trabajo. Todo eso por llamarte Byron. Con lo que nos gustan los escándalos sexuales.


Otro nombre con carácter es Nicolás. Y si te apellidas Montoro y mientras eres Ministro de Hacienda montas un eje maligno de corrupción a la vez que esquilmas a los españoles no esperes ni clemencia ni piedad. Aunque quién sabe, en estenuestroestadoespañol. Igual sale del marrón condecorado…

Byron y la fuerza del sino

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