Los políticos y sus servidores a nómina cada vez que se van acortando las fechas para llegar a unos nuevos comicios electorales, o un posible debate en una de las Cámaras de representación, empiezan a ponerse nerviosos. Intentan superar esta desazón en base a los datos, las cifras, las diferencias en la intención del voto, reflejadas en el barómetro que se aporta a través de los sondeos demoscópicos del Centro de Investigaciones Sociológicas (C.I.S.)
Los medios de comunicación se hacen eco de las tendencias del votante en las que se quiera a no siempre suele aparecer desde que lado, y desde que óptica se ha hecho el sondeo. La gran mayoría de las veces estas propuestas demoscópicas suelen fallar claramente en sus vaticinios, en sus adelantos de puede ir la intención de las personas que depositan su voto en una urna.
En los últimos tiempos, tantos años como lleva de mandado como presidente del Gobierno Pedro Sánchez, uno de esos fieles escuderos, José Félix Tezanos presidente de la empresa pública demoscópica, suele rizar el rizo de las encuestas para darle alguna satisfacción a la persona que le nombró y le mantiene en el cargo, intentando que los votantes puedan pensarse un poco más la tendencia de sus intenciones al emitir el voto y por encima de todo buscar la posibilidad de influir en su decisión.
La última de las encuestas salida de la factoría de Tezanos, nos hace pensar que como en aquella película de tanos lobos y caballos, se está bailando de manera soterrada con las intenciones de los votantes reflejadas en los datos demoscópicos. En menos de un mes la tendencia del votante se cambia totalmente para de este modo otorgarle al jefe del ejecutivo un respiro en unos momentos en los que el resto de los organismos privados de los encuestadores le otorgan una caída en la intención del voto de manera preocupante para los socialistas.
Hace algún tiempo que escribí que el C.I.S. se tenía que refundar para darle solvencia y credibilidad, a la vez que libertad de movimientos y total independencia. No hacerlo así es seguir jugando con los que con nuestros impuestos pagamos el funcionamiento de este organismo público que cada vez tiene menos credibilidad por jugar siempre con una hipotética intención del votante que no se ajusta a la realidad.