La mala imagen que las Diputaciones tenían hace años desapareció de la faz de la política y hoy estas instituciones creadas en el siglo XIX siguen desplegando una intensa actividad como instrumentos de desarrollo provincial para aumentar el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos.
Hace unos días el presidente de la Diputación de A Coruña presentaba los presupuestos que alcanzan la cifra de 222 millones de euros y desgranaba los distintos capítulos en los que se invertirán esos recursos. Pero en este comentario, más que el desglose de las cuentas que están en la red, interesa recordar las palabras de González Formoso sobre la situación financiera de la corporación.
“Son uns orzamentos dende a responsabilidade, dijo. Levamos case nove anos e non debemos nin un céntimo a ningunha entidade, a débeda é cero. E pagamos en sete días cando se presenta unha factura... Esta é unha tarxeta de presentación da Deputación da Coruña coa que queren traballar todos os provedores galegos e nacionais...”.
Ese rigor y disciplina del gasto contrasta con el desorden que reina en los concellos de las principales ciudades gallegas que acumulan una abultada deuda con sus proveedores y cuando pagan lo hacen con muchos dias de retraso sobre los 30 que permite la ley.
Un caso paradigmático es el concello de Santiago que a finales de agosto tenía facturas sin pagar por importe de 10,8 millones de euros, deuda que creció 1,2 millones en solo tres meses de gobierno de la nueva corporación que venía para “gobernar para la gente”. Solo A Coruña con 11,59 millones supera el volumen de deuda de Santiago y a mucha distancia quedan Pontevedra con 3,36 millones, Vigo con 7,76 y Lugo, que es la ciudad más cumplidora, solo debe 671.000 euros.
Desconozco el recorrido profesional de los ediles y de la alcaldesa que gobiernan Compostela, no sé si trabajaron en empresas privadas. Pero lo que sí demuestran es nulo respeto y escasa sensibilidad con las tribulaciones de los autónomos y demás proveedores que entregan su trabajo y su tiempo prestando servicios al concello. La desidia y mala gestión les impiden saber lo que representa para un autónomo, un pequeño taller o una pequeña empresa la deuda de seis, ocho o diez mil euros, cantidades que pueden abocarles al cierre.
Alguien definió acertadamente a las Diputaciones como “Ayuntamiento de ayuntamientos” por su ayuda a las corporaciones locales en la gestión y por sus inversiones en obras y servicios que contribuyen al desarrollo de las localidades de la provincia. Por eso, las corporaciones provinciales, como entes supramunicipales deberían retirar esas ayudas e inversiones a aquellos ayuntamientos que no paguen en tiempo y forma a sus proveedores.