Que la amnistía, tal y como exigen los de Junts y ERC, no gusta a casi nadie es evidente; que le inmunidad de los CDR y Tsunami Democratic, que arrasaron Barcelona, es inexplicable, también. Pero actuar como vándalos en Madrid, no.
La extrema violencia, con veintinueve policías heridos, con grupos de extrema derecha intentando asaltar la sede del PSOE en la calle, Ferraz recuerda demasiado los graves altercados de la Ciudad Condal. La diferencia es que en la capital se gritaron consignas a favos de Franco y símbolos inconstitucionales.
Que junto a estos energúmenos se viera a destacados dirigentes de VOX, al igual que ocurrió en Cataluña con los dirigentes independentistas, no es más que la evidencia de la polarización y la crispación máxima de la vida política. El derecho de manifestación, al igual que la libertad de expresión, están recogidas en la Carta Magna, pero la violencia no. Y el Partido Popular, que tan difícil tiene volver a Moncloa por el lastre de VOX, debería denunciar, como hizo con los CDR, esta peligrosa espiral de violencia que puede dañar la imagen de sus siglas mucho más que a Pedro Sánchez.
El relato socialista sobre la necesidad de repetir, al precio de la amnistía, un Gobierno “progresista”, se ve reforzada cuando la alternativa necesita contar con el apoyo de los defensores de la vergonzante dictadura.
Los vecinos de las calles Marqués de Urquijo y Ferraz contemplaron desde sus ventanas como volaban botellas, hierros, y mobiliario urbano, haciendo retroceder, incluso, al cordón policial.
Y, mientras tanto Puigdemont, el amo del cotarro, dilató las negociaciones, queriendo incluir en las medidas a propios y extraños. Ya solo falta que exija amnistía para Jordi Pujol y su familia...
El retraso y lo que significa -la falta de información precisa sobre los términos y el alcance de las medidas de gracias para los implicados en el “proces” y adláteres- subió exponencialmente el malestar de la ciudadanía y la posibilidad de más incidentes violentos en las calles. Pero Pedro Sánchez y su equipo saben que es demasiado tarde para dar marcha atrás, porque el daño de las cesiones al independentismo ya está hecho.
Mal debía ver las cosas la ministra portavoz socialista Isabel Rodriguez cuando el martes, en la rueda de prensa, se le escapó: “el acuerdo... si es que llega”. Menos mal que el incombustible Bolaños salió al quite para ofrecer la versión optimista de las negociaciones.