Desde Ramón y Cajal, Novoa Santos..., hasta nuestros actuales Ferrer, Rojas Marcos, por poner algunos ejemplos, se intentó escudriñar lo más metódica y concienzudamente los complejísimos mundos de la neurología y la psiquiatría del ser humano, llegando a veces a tactar escasamente los inalcanzables dominios de los mencionados territorios, aunque algo se haya iniciado y más bien poco avanzado y alcanzado.
Y bienvenidos sean los hallazgos y sus aplicaciones, aun sea arduo en estos ámbitos el camino que falta recorrer. Pues, como nos pon en de manifiesto los rigurosos estudios al efecto, cada hombre difiere más o menos de su semejante en lo que se refiere a las respuestas a estímulos idénticos. Incluso hermanos o gemelos como viene siendo demostrado.
Se dan, sin embargo, respuestas muy comunes y generales a estímulos con las mismas cargas o umbrales de intensidad, cuando esos estímulos se hallan dentro de lo que entendemos por raciocinio enmarcado en el equilibrio y la ponderación universales. Las respuestas que difieren, respetables y dignas de consideración, habrá que someterlas a procesos de estudio y diferenciación, dentro, asimismo, de escrupulosos sopeso y consideración no personales o partidarias sino independientes, universales...
Teniendo en cuenta –como proclamó importante personalidad de nuestra política y sociología modernas- “que no siempre la opinión de la mayoría se ha de hallar en posesión de la verdad”. Y añadiendo que las soflamas, amaestramientos, lavados de cerebro..., son, con frecuencia, causas evidentes de que aquellas personalidades, aquellas sensibilidades lábiles, susceptibles, propicias por las razones que sean..., pueden ser y son el caldo de cultivo elegido en el afán de las metas que los dirigentes-actores de las mismas se proponen conseguir: sean éstos, césares, napoleones, caudillos contumaces, o pertinaces jefes de gobiernos, aun sus argumentos y reacciones sean algo más que atrabiliarios.
Se me ocurre pensar –los nonagenarios también pensamos-que nuestra “Españita entera” esté viviendo actualmente, otoño del 23, una situación que quizás se pudiera enmarcar en alguna de las neurosicopatologías que por desgracia no son ajenas a personas, momentos, localizaciones... de cualquier tiempo Y lugar. Lamentablemente, en el orbe no faltan cerebros patológicos que conducen a sus secuaces ávidos, lábiles, susceptibles..., a los más sangrientos conflictos humanos como estamos comprobando.
Ojalá España vea los posibles caminos que las diversas opciones ofrecen ante la actual encrucijada y elija el que conduce a la equidad, la justicia, la paz..., universales, sin irreflexivos ventajismos; sin particularismos ni personalismos.
Así sea.