Algunos datos que preferimos olvidar

Voy a citarles algunas cifras coruñesas con frecuencia consideradas como residuales y por tanto olvidadas. Por ejemplo, quizá usted sepa, o no, que entre 400 y 600 personas sin hogar rotan a diario por los servicios sociales del área. O que 3.000 familias piden becas de comedor pero al parecer solo se conceden 2.300. O que más de 16.000 coruñeses están en situación de dependencia y lo peor es que para conseguirla oficialmente se tarda más de un año… 


Son los números de un panorama ante el que generalmente cerramos los ojos. Nada de todo esto ha sido ni noticia del verano, ni sale en los teledirigidos algoritmos de nuestras redes sociales, ni aparece en las principales tareas pendientes de cualquiera de las administraciones responsables. No debe dar votos, ni provoca el enconamiento de las pasiones frentistas que tanto gustan a cada uno de los bandos identitarios que se reparten foros y comentarios. Preferimos la bronca sobre Begoña y Peinado, Llarena y Puigdemont, el cupo, la amnistía, el constitucional y la “cuna que los arrulló”. 


Y no, no piensen que a nivel local estamos más pendientes de los problemas serios. Nos indignamos más por el conflicto de las basuras (comprensible, pero no es el fin del mundo) que por los ancianos que mueren solos y descubren sus cadáveres semanas después. El transporte urbano, Alfonso Molina o los planes de reforma de las Xubias ocuparán muchas más conversaciones que el precio de las residencias, las listas de espera o el mal comer de cientos de escolares. Claro que el diseño de la fachada marítima, o las obras y el coche del concejal son asuntos apasionantes; claro que exigir cabezas en el sindicato de limpieza nos pone a cien en la barra, hasta el uso o el abandono del edificio de la cárcel puede suscitar debates más encendidos que los aburridos y tristes servicios sociales. Al fin y al cabo, todos estamos de acuerdo en que hay que encontrar soluciones, pero entretanto preferimos mirar para otra parte. Bueno, todos menos los que disfrutan de su santa indignación moral hablando de “paguitas”. Pero ese es otro tema.


No es que me quiera poner especialmente melodramático al inicio del nuevo curso político, pero es que cuando se ve la buena marcha de la macroeconomía, los macrofestivales arrasando, los hoteles, aviones y bares abarrotados o los presupuestos públicos más altos de la historia, uno piensa que los principales temas a los que debería enfrentarse un gobierno municipal, autonómico o estatal serían que nadie pasara hambre, todo el mundo tuviera un techo y que nadie muriera solo. Sin embargo, las agendas políticas tienen amortizadas estas cuestiones porque se conoce que carecen de interés electoral.


Habrá quien sostenga que el gasto social ya es muy elevado, pero con estas cifras humanas claramente no es suficiente. Y de cara a los nuevos presupuestos municipales debería aumentarse aunque solo sea por la supuesta ideología de izquierdas mayoritaria. Si es que queda algo de ideología en la distribución del dinero público, que siempre parece gastarse más por beneficio partidista. En realidad no sé si queda algo en el código genético de la izquierda o si su “realpolitik” asume que siempre habrá desheredados, sin techo, sin comida o sin compañía. Espero que no.


No me hagan caso. Así es la vida. Al fin y al cabo, solo hay 30.000 coruñeses de más de 75 años, y los “boomers” están a dos pasos de su jubilación. Si no ahora, en unos años discutiremos más sobre soledad, asistencia a domicilio y dependencia que sobre obras públicas, guerras de políticos y jueces o corruptelas de partido, más sobre geriatras que de pediatras, más de audífonos y prótesis de cadera que de festivales y la vuelta a las aulas. Aunque lo más probable es que la conversación del momento también se olvide de nosotros.

Algunos datos que preferimos olvidar

Te puede interesar