Amanece en Madrid, 07.00 a.m. y las luces del palacio presidencial empiezan a encenderse. Reunión de maitines urgente porque el presidente está muy preocupado por las encuestas, no le salen los números y hay que hacer algo.
Hasta Tezanos en su CIS recoge una subida del PP de Feijóo que no gusta a Sánchez. Comienza la reunión y uno de los fontaneros del presidente denuncia que en la calle solo se habla de la subida de la inflación, del precio de la luz y los carburantes y de las desavenencias entre los socios de gobierno, además de la incomprensión de la decisión de vender a los saharianos a Marruecos a cambio de nada. En esta acalorada discusión aparece el presidente, se hace el silencio y todos esperan su intervención. “Esto no puede seguir así”, con voz profunda les dice a sus lacayos que tienen que diseñar una campaña de desinformación para que la gente cambie el foco hacia otras cosas y, en un momento, dice echar de menos a su ex asesor Iván Redondo porque “ese sí que las liaba bien contra el PP”.
Otro meritorio toma la palabra y propone aumentar el miedo contra la extrema derecha e incluso recuperar el fantasma de Franco, otra vez, llegando a proponer desenterrarlo de nuevo y llevarlo a una fosa común. Desde el otro lado de la mesa pide la palabra un asesor novato, poco forjado en maldades, para decir que le preocupa esa estrategia porque desde que la pusieron en marcha Vox no hace más que subir en las encuestas, vamos que se les está yendo la mano y provocando el efecto contrario al que pretenden, en ese momento todos giran la cabeza hacia el novato porque entienden que es un osado por contarle la verdad al presidente que solo quiere escuchar aquello que le gusta y este mensaje le desagrada. Entonces una fontanera de Moncloa quiere romper ese momento de tensión y dice que hay un tema que afecta al ayuntamiento de Madrid y que les puede ayudar a desviar la atención. Se trata de unos sinvergüenzas que estafaron al consistorio en la venta de productos sanitarios para forrarse en plena pandemia.
Propone un ataque despiadado contra el alcalde de Madrid para culparle de la estafa.
El intrépido novato vuelve a pedir la palabra ante el asombro de todos “he leído el informe de la fiscalía sobre el asunto y no inculpa ni al alcalde ni a ningún cargo político del ayuntamiento, tan solo señala a los estafadores”. Ahora ya no es que giren la cabeza hacia el novato, le clavan la mirada como puñales en el pecho. El meritorio mayor le reprocha su intervención y dice que da igual que sea culpable o no, que el tema puede ocupar las tertulias amigas para manchar y embarrar al principal partido de la oposición y que con eso es suficiente. El presidente interviene para decir que esa estrategia le gusta, que procedan a llamar a la SER, a la Sexta, a la TVE y a los múltiples digitales amigos del gobierno para lanzar el tema. Así lo hacen y todos los programas y tertulias de los medios amigos y subvencionados abren sus informativos contra Almeida. Despistan a unos cuantos, pero la gente sigue cabreada por la inflación, la luz, los carburantes y las cargas fiscales que el gobierno se niega a rebajar para aliviar a los ciudadanos. Todo esto puede ser ficción… ¡o no!